5. Molestos Encuentros

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Karla McCall

– ¡Karla, suéltame! – Ordenó Dafne mientras caminaba con dificultad. Me le había enganchado a una pierna como un mono se enganchaba a la rama de un árbol o como un niño se aferraba a la pierna de su padre para no dejarlo ir a trabajar.

– ¡No quiero ir a esa clase sin ti! – Repliqué abrazando su pierna aún más fuerte – O vienes conmigo a mi clase, o voy contigo a la tuya. Tiene que haber una solución... – Agregué. Dafne intentó dar nuevos pasos pero no pudo.

Escuché su bufido y levanté mi mirada para verle su rostro, la estaba haciendo enojar pero no me importaba, no iba a soltarme. Estremeció su pierna y me aún aferré a ella.

– ¡Karla, pareces una garrapata!... – Replicó al rendirse y bajó su mirada hasta mí – Vas a conseguir ensuciar tu ropa... ¿Acaso no te importa cuidar de tu falda short?.

Estaba intentando persuadirme. Miré mi vestimenta, hoy había optado por una falda short morada de cuadros, acompañada por una blusa blanca que traía enmarcada en letras moradas la palabra "On fire". Y sí, estaba ardiendo, pero de la inconformidad y del enojo. 

– Sí me importa mi ropa, pero me importas más tú... – Murmuré haciéndola sonreír.

– Karla, solo será una clase... – Respondió dando palmaditas en mi cabeza. Muchas cosas podían suceder en una clase.

A veces era una maldita dramática.

– Dafne ¿Qué pasaría si en esa clase conoces a una chica genial y te haces su amiga?... Que tal si luego me cambias por ella y te vuelves su mejor amiga... – Propuse y Dafne se limitó a mirarme como si estuviera loca. Le di una mirada inocente – Te asesinaría y luego la asesinaría a ella. Terminaría en la cárcel vestida con un aburrido overol naranja mientras me imagino como sería levantar a puñetazos a la secretaria porque ella pudo evitar todo ese desastre y no lo hizo – Hice una pausa y llevé una de mis manos a mi pecho mientras con la otra me aferraba a su pierna – Dafne... Esa no es la vida que quiero para mí – Finalicé.

Sus labios se habían abierto ligeramente en una "0". Rodó los ojos y pasó una mano por su rostro.

– Sabes... Eres una diosa – Aplaudió anonadada moviendo su cabello cobrizo de un lado a otro – ¿Quién quiere un novio? Ya con tus celos tóxicos me basta – Agregó soltando algunas risitas.

– Dafne, hablando en serio, no quiero ir a esa clase sin tí.

Me miró con seriedad.

– Mi reina, es solo una clase – Animó – Esto no nos pasará de nuevo. Lo prometo. Ahora, mira la situación como una oportunidad, es hora de callarle la boca a esos putos que creen que no podemos lograr nada sin estar juntas.

Era la motivación que necesitaba. Solté su pierna y me puse en pie sacudiendo rastros de polvo que había en mis piernas y falda.

– ¡Esa es mi chica! – Animó chocando puños conmigo.

– Luego de la clase nos vemos en la cafetería, ¿Vale? – Propuse.

– ¡Hecho!. ¡Yo invito esta vez! – Animó haciéndome sonreír. De la nada sus ojos dieron ese brillo que conocía perfectamente – Y colocamos todo el picante en la comida de Harry.

– ¡Y le escondemos el agua! – Agregué muerta de risa.

Después de esa grandiosa idea me despedí de Dafne y caminé por los pasillos de bloque A rumbo hacia mi clase. En el camino a mi aula me pregunté ¿Qué cara coloca una chica que llega 30 minutos retrasada?. No lo sabía, por lo general siempre solía llegar una hora después. No conocía la puntualidad, lo más puntual para mí era llegar cinco minutos después de la hora acordada, pero estaba trabajando en eso.

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