20. Roba besos, burlador

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Karla McCall

Manuel seguía cabreado y su comportamiento empezaba a asustarme.

La fiesta había iniciado pero no sabía qué pasaba con ese tipo, permanecía sentado con los chicos en uno de los muebles y no dejaba de mirarme. Parecía un psicópata analizando cada uno de mis movimientos, buscando alguna falla o debilidad para atacar, o tal vez estaba exagerado y él solo me estaba mirando con ganas de asesinarme porque le había "arruinado su ceja".

¿Acaso no se daba cuenta de que lo había mejorado?. Manuel era ciego.

Lo miré de reojo, su mirada fija, penetrante, seria y amenazante seguía sobre mí. Lograba ponerme nerviosa y alerta, incluso había recogido mi cabello en una coleta alta por su culpa y había escondido todas las tijeras que pudieran haber en este lugar.

Manuel se atrevía a tocar mi tan cuidado cabello y le mocharía el pene.

– Ignóralo – Aconsejó Dafne cortando nuestro contacto visual – No es capaz de mucho, solo busca eso... Mantenerte alerta.

Miré hacia su dirección con los ojos entrecerrados y Manuel subió una ceja. Vale, yo no estaría asustada si él no me hubiese mencionado la palabra "Calva".

– ¿Y si me corta el cabello? – Volví a fijar mi mirada en Dafne.

– No creo que haga eso... – Murmuró sonando obvia – Es Manuel, él no hace nada nunca – Añadió acercando sus manos a mi coleta y empezó a soltarla – Te ves mucho más bonita con el cabello suelto – Acomodó mi cabello mientras lo peinada con sus dedos.

Miré nuevamente a Manuel y ahora estaba sonriendo, victorioso, como si el hecho de que me hubiese soltado el cabello le alegrara.

Ya me había hartado.

Aparté a Dafne con cuidado.

– ¡Karla, no! – Escuché el grito de Dafne – Es el cumpleaños de Lyssa, no puedes pelear con él ahora.

Ignoré sus palabras, iba a poner a Eloy en su lugar, tenía que dejar de mirarme y dejarme en paz. Caminé con paso firme hasta quedar en frente de Manuel, dejó caer su espalda completamente sobre él mueble y fijó su mirada retadora en mí.

– ¿¡Qué me miras?! – Le grité fuerte e inmediatamente todas las miradas cayeron sobre mí.

Se rio.

– ¿Por qué te enoja que te mire? – Preguntó en un susurro mirándome extraño – Pensé que estabas acostumbrada a llamar la atención.

– No te hagas el imbécil... – Le advertí tomándolo del cuello de su camisa mientras lo señalaba – Manuel, no sé qué tramas, pero como toques mi cabello, te mueres. – Le advertí fijando mi mirada en la suya.

– Karla... – Oí la suave voz de Lyssa a mi derecha y giré mi cabeza para mirarla. Tenía esa mirada de reproche que te hacía sentir algo culpable – Me prometiste antes de iniciar la fiesta que no ibas a pelear – Recordó cruzándose de brazos.

Era cierto.

– Mírate... – Murmuró Manuel – Ni siquiera eres capaz de cumplir una promesa, desastre andante.

Quise darle un puñetazo pero Lyssa se acercó a mí y me hizo soltar el cuello de su camisa.

– Y tú, Manu, deja de provocarla... – Lo regañó alejándome de él. ¡Eso! Yo no era la única culpable – Las cejas te quedaron bonitas, no sé por qué te enojas.

– ¡No le digas que le quedaron bonitas! – Le reproché a Lyssa con enojo y se rio entre dientes – No ves que le subes el ego.

No sé qué le sucedía al género femenino, todas mis amigas a excepción de Dafne le habían halagado las cejas, esperaba que en la universidad no hicieran lo mismo. Debí dejarlo sin cejas. ¡¿Por qué no pensé en eso antes?!.

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