9. Desastre andante

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Karla McCall

– ¿Por qué no me dijiste que estabas tomando la clase de Termodinámica con Manuel? – Preguntó Dafne sin dejar de caminar, daba pataditas a toda piedrecita que se entrometía en su camino.

Caminar de noche era lo mejor del mundo, no había sol, no hacía calor, solo podíamos sentir la tan suave como fría brisa dar sobre nuestros cuerpos y el ruido de los autos que pasaban a nuestro lado. Estaría disfrutando de nuestra caminata nocturna al máximo si tan solo un fuerte dolor de cabeza no amenazara con acabar conmigo.

– No lo creí importante... – Murmuré saltando una pequeña rama que estaba en mi camino. A veces me gustaba jugar a "no pisar la raya" solo para no aburrirme mientras caminaba, pero hoy no quería saltar. Me dolía la cabeza.

Y todo por culpa de ese imbécil y sus tan infantiles jalones de cabello.

– ¿No lo creíste importante? – Ironizó Dafne – Te cae malísimo.

– Es muy insoportable – Comenté como si fuera lo más obvio del mundo – No pensé que tendríamos encuentros fuera de clases. No sabía que era amigo de Lyssa, es un verdadero fastidio.

– No lo conozco, pero me da igual – Expresó encogiendose de hombros – Solo no quiero que... Te metas en líos.

La miré extraño y Dafne me miró con atención, su rostro de descompuso en un gesto gracioso y lleno de ironía, ni ella misma se creía lo que acababa de decir. Solté una risotada al mismo tiempo en que ella se reía y chocamos palmas.

– Es imposible no meternos en problemas – Acepté por lo bajo.

– Si te vuelve a llamar como te llamó, me avisas, para darle un puñetazo – Pidió empuñando su mano derecha.

– Ese apodo dejó de importarme hace mucho – Comenté despreocupada y de la nada me llegó a mi mente Alexandra. Detuve a Dafne por el bolso mirándola con emoción.

– ¡Conocimos a Alexander! – Recordé con ojos iluminados.

– Sí... – Aceptó mirándome extraño intentando descifrar algo – ¿Qué pasa con eso?.

– ¡Alexandra debe saber esto! ¿No? – Pregunté emocionada y Dafne meneó su cabeza de un lado a otro con desaprobación.

– No lo sé... – Murmuró dudosa volviendo a emprender el paso y la seguí confundida – Mira... Alexander, es... Alexander.

– Está bueno... – Acepté recordando el momento en que entré en la habitación de Lyssa. Fue al primero que vi, estaba apoyado sobre la pared y dije en mi mente. "Joder, en foto Alexander está bueno, pero en persona lo está mucho más y de cerca se pone mejor". Realmente entendí por qué a Alexandra le gustaba tanto, su rostro y cuerpo eran perfección y tenía algo, algo que atraía, no sabía lo que era, pero con solo mirarte él lograba cosas. Muchas cosas. Se veía sexy, fuerte, serio, malo y caliente.

Fue como si Dafne leyera mis pensamientos.

– Eres una masoquista – Reprochó haciéndome lloriquear – Vamos, yo miro a Alexander y lo primero que se me viene a la mente es "Follar".

Realmente pensé que diría otra cosa, pero estaba completamente de acuerdo con ella.

– Luego, lo miro a los ojos y lo que me transmite es... "peligro, tu estabilidad emocional puede acabar en pedazos" – Continuó extendiendo sus manos, como si lo estuviera imaginando todo en su mente – Y no quiero que Alexandra se involucre con él, digo... Tal vez sí, si tan solo las expectativas de Alexandra no fueran tan altas, si tan solo fueran "vamos a pasar un buen rato", pero no, ella lo quiere para algo serio.

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