4. Misma problemática

702 95 19
                                    

Karla McCall

– ¡Llegan quince minutos tarde! ¡¡Quince!! – Gritó Margareth hecha una furia. Caminamos hacia ella como si nada sucediera, estaba sentada sola en una mesa de estudio en el área de recreación. Podía comprender su enojo y la situación, su novio le era infiel y nosotras llegando tarde a su captura-ruptura.

John se había ido hace unos momentos a su clase de Anatomía y Harry a su clase de Derecho civil dejándome a solas con Dafne para enfrentar la ira de Margareth. No entendía bien como su novio pudo serle infiel, era una chica bastante simpática.

– ¡Teníamos que tomar cierta venganza por nuestras propias manos! – Expliqué sonriéndole de medio lado – ¿Cómo estás? – Pregunté. Margareth miró hacia la cafetería con melancolía.

– No estoy bien.

– ¿Haz estado llorando? – Preguntó Dafne a mi lado acercándose a Margareth para acariciar su cabello.

Asintió y bajó su cabeza. Primero salieron de sí algunos sollozos que arrastraron consigo lágrimas. Alivio sentía al no estar en un lugar, odiaba llorar y casi nunca lo hacía, ni siquiera recordaba la última vez que había llorado.

Aunque me consideraba una romántica, aceptaba la realidad, y la realidad era que los chicos literarios y de película se quedaban en los escritos y en las salas de cine. La vida real era más deprimente y complicada. Me costaba confiar en las personas, confiaba en Dafne y en mí. Nunca buscábamos un novio, nos teníamos a nosotras mismas y eso bastaba, en teoría, nos gustaba estar solas pero juntas. Casi nunca pensaba en el amor, creo que me daba igual.

– No llores... - Murmuré caminando hacia Margareth, tomé asiento a su lado y limpié sus lágrimas al mismo tiempo en que Dafne seguía jugando con su cabello.  – Las niñas bonitas no lloran y tú eres muy bonita como para que desperdicies tus lágrimas en un imbécil que no te valoró.

– Las chicas malas no lloran, nunca terminan heridas porque no se entregan a nada... – Corrigió con resentimiento – ¿Cuándo aprenderé a ser yo como una de ellas?. Esto me pasó por tonta. Fui buena con él y se fue con otra que ni siquiera lo quiere.

– Margareth, escucha esto –Le advirtió Dafne. Sabía lo que diría.

– ...No puedes permitir que el dolor perturbe quién realmente eres – Continúe.

– Lo sé, pero me siento burlada e impotente.

– ¡Por suerte nos llamaste! – La animé dando palmaditas en su espalda – Ya se te cayó la venda. Lo importante aquí es que no vuelvas lo mismo porque vivir una mentira es triste pero... Conocer la verdad y volver a cerrar los ojos es decepcionante.

– Lo decimos por experiencia... – Continuó Dafne con desagrado – A algunas personas les decimos que los están engañando y se hacen los imbéciles o simplemente terminan su relación por unos días y luego vuelven. ¡Animales masoquistas!.

– ¿Han visto a Lyssa? – Murmuró Auron a mis espaldas y me giré a mirar al pelirrojo que acababa de aparecer.

– Saluda al menos, fosforito... –
– Pedí llevando la mano a mi pecho y observé a Margareth limpiar sus lágrimas rápidamente mas Auron ya las había visto.

– ¡No me llames fosforito! – Replicó con los ojos entrecerrados, a veces le decía así porque era un autentico y simpático pelirrojo que se enojaba con facilidad, era algo pesadito, le gustaba dar juegos, pero no le gustaba recibirlos – ¿Qué le están haciendo a la chica? – Preguntó haciendo una seña con su cabeza hacia Margareth.

– ¿Qué?. Ellas solo me ayudan... – Explicó Margareth.

– Pensé que te amenazaba o algo así.

Igualitaria Intención Donde viven las historias. Descúbrelo ahora