Karla McCall
– ¡Llegan quince minutos tarde! ¡¡Quince!! – Gritó Margareth hecha una furia. Caminamos hacia ella como si nada sucediera, estaba sentada sola en una mesa de estudio en el área de recreación. Podía comprender su enojo y la situación, su novio le era infiel y nosotras llegando tarde a su captura-ruptura.
John se había ido hace unos momentos a su clase de Anatomía y Harry a su clase de Derecho civil dejándome a solas con Dafne para enfrentar la ira de Margareth. No entendía bien como su novio pudo serle infiel, era una chica bastante simpática.
– ¡Teníamos que tomar cierta venganza por nuestras propias manos! – Expliqué sonriéndole de medio lado – ¿Cómo estás? – Pregunté. Margareth miró hacia la cafetería con melancolía.
– No estoy bien.
– ¿Haz estado llorando? – Preguntó Dafne a mi lado acercándose a Margareth para acariciar su cabello.
Asintió y bajó su cabeza. Primero salieron de sí algunos sollozos que arrastraron consigo lágrimas. Alivio sentía al no estar en un lugar, odiaba llorar y casi nunca lo hacía, ni siquiera recordaba la última vez que había llorado.
Aunque me consideraba una romántica, aceptaba la realidad, y la realidad era que los chicos literarios y de película se quedaban en los escritos y en las salas de cine. La vida real era más deprimente y complicada. Me costaba confiar en las personas, confiaba en Dafne y en mí. Nunca buscábamos un novio, nos teníamos a nosotras mismas y eso bastaba, en teoría, nos gustaba estar solas pero juntas. Casi nunca pensaba en el amor, creo que me daba igual.
– No llores... - Murmuré caminando hacia Margareth, tomé asiento a su lado y limpié sus lágrimas al mismo tiempo en que Dafne seguía jugando con su cabello. – Las niñas bonitas no lloran y tú eres muy bonita como para que desperdicies tus lágrimas en un imbécil que no te valoró.
– Las chicas malas no lloran, nunca terminan heridas porque no se entregan a nada... – Corrigió con resentimiento – ¿Cuándo aprenderé a ser yo como una de ellas?. Esto me pasó por tonta. Fui buena con él y se fue con otra que ni siquiera lo quiere.
– Margareth, escucha esto –Le advirtió Dafne. Sabía lo que diría.
– ...No puedes permitir que el dolor perturbe quién realmente eres – Continúe.
– Lo sé, pero me siento burlada e impotente.
– ¡Por suerte nos llamaste! – La animé dando palmaditas en su espalda – Ya se te cayó la venda. Lo importante aquí es que no vuelvas lo mismo porque vivir una mentira es triste pero... Conocer la verdad y volver a cerrar los ojos es decepcionante.
– Lo decimos por experiencia... – Continuó Dafne con desagrado – A algunas personas les decimos que los están engañando y se hacen los imbéciles o simplemente terminan su relación por unos días y luego vuelven. ¡Animales masoquistas!.
– ¿Han visto a Lyssa? – Murmuró Auron a mis espaldas y me giré a mirar al pelirrojo que acababa de aparecer.
– Saluda al menos, fosforito... –
– Pedí llevando la mano a mi pecho y observé a Margareth limpiar sus lágrimas rápidamente mas Auron ya las había visto.– ¡No me llames fosforito! – Replicó con los ojos entrecerrados, a veces le decía así porque era un autentico y simpático pelirrojo que se enojaba con facilidad, era algo pesadito, le gustaba dar juegos, pero no le gustaba recibirlos – ¿Qué le están haciendo a la chica? – Preguntó haciendo una seña con su cabeza hacia Margareth.
– ¿Qué?. Ellas solo me ayudan... – Explicó Margareth.
– Pensé que te amenazaba o algo así.
ESTÁS LEYENDO
Igualitaria Intención
RomanceTodo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla tienen pocas cosas en común, ella es espontánea y él suele mantener todo en orden y calculado, no son más que polos opuestos con gustos y pers...