30. Confusión-Bendición

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Manuel Young

– ¿Cómo le hizo para hacerte subir en esas atracciones? –Se preguntó Estefan sin quitar la mirada de la vía.

Ni siquiera yo lo supe.

Le comenté a Estefan lo justo y necesario: Fui a un parque de diversiones con Karla y me subí en la mayoría de atracciones. Evité contarle la parte de los besos, de cómo me hizo sentir y lo mal que me hizo oírla decir "te quiero".

El desastre andante consiguió llenar mi cabeza de preguntas. Con tan solo dos palabras creó un dilema y sus besos fueron el cimiento de ello.

Me pregunté si su te quiero iba en serio, pero inmediatamente descarté esa idea. Fue como si mi corazón quisiera creer en sus palabras, pero mi razón no confiaba en Karla.

¿El desastre andante fingía o realmente estaba consiguiendo que se enamorara de mí? Y si eso segundo era cierto... ¿Sería capaz de romper su corazón? ¿Aún quería hacerlo?.

No lo sabía y temía ante el hecho de haber empezado algo que no tenía los huevos de terminar.

Debí ignorarla.

Ahora no me sentía capaz de jugar con ella. Estaba confundido, mi mente era una odisea. ¿Le estaba tomando cariño al desastre andante? ¿Yo la quería? No lo tenía muy claro, pero algo sí aseguraba, Karla McCall me atraía.

Disfrutaba de sus besos, y aunque me hacía enojar, me gustaba su compañía.

Atracción, era la única explicación que le encontraba a toda la situación, pero aún así no sabía lo que haría si ella se llegaba a enamorar de mí. Karla, aún después de todo, merecía más, no merecía a alguien que se cuestionara sus sentimientos hacia ella, no merecía a alguien como yo.

Todo se sentía demasiado nuevo. Lo que sea que sentía por Karla era muy diferente a lo que llegué a sentir por Angelina.

Angelina fue mi primer amor, mi primera novia, la única chica que había amado, pero me traicionó e hirió logrando así que la imágen que yo tenía de ella se distorsionara, y así mismo, mis sentimientos, pero ahora llegaba Karla y hacía que todo se sintiera diferente, extraño, pero a la vez agradable y bueno. Lo único deficiente era que muy dentro de mí sentía que no podía amarla como ella lo merecía y ni siquiera sabía si había superado del todo a Angelina.

Que jodida mierda.

Lo único que podía afirmar, en medio de tantas ideas, dudas y preguntas, era que la sonrisa de Karla después de decir "Te quiero" fue la imágen más bonita de esa noche.

Y aunque me hizo sentir bien, rogué en mi corazón que sus palabras fueran parte de su plan, que siguiera hasta aburrirse, que por favor no se enamorara de mí porque no quería hacerla sufrir.

– ¡¡¡Manuel!!! –Gritó Estefan con fuerza y me sobresalté. Él había estacionado mi auto frente a una casa que reconocí con tan solo verla– ¿Estás bien?– Preguntó buscando mi mirada.

– No... Digo... sí, sí –Mentí y frunció el ceño.

No estaba bien, y ahora, estando frente a la casa de Angelina, tampoco me sentía listo para enfrentar una conversación con su abuelo.

– ¿Recuerdas las reglas? –Preguntó mirándome con los ojos entrecerrados.

Cuando le conté a Estefan lo que sucedía con el abuelo de Angelina, estuvo de acuerdo con que viniera a verlo, pero me hizo establecer  y memorizar reglas.

– Entro en casa de Angelina, hablo con su abuelo y salgo inmediatamente de allí... –Recordé y Estefan me mostró el pulgar.

– Nada de "acompáñame a buscar algo a la habitación"... –Advirtió– Me da pesar su abuelo, pero ella sigue siendo una Arpielina y no puedes permitir que siga jugando contigo –Recordó mientras me señalaba.

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