14. San Valentín 1/2

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Manuel Young

Me adentré en casa con Estefan después de un largo día de mierda.

Karla no bajó las imágenes, y caminar por los pasillos ganándome disimuladas miradas que me reconocían como "El chico fiera" o "El chico León", sin duda alguna no era lo mío.

Para empeorarlo todo, el género femenino se había vuelto loco y como si fuera poco, Karla (porque estoy seguro de que fue esa maldita chica) filtró mi número de teléfono y me llegaban insistentes mensajes tanto de chicas como de chicos.

Nunca había recibido tantos mensajes en mi vida.

Me "halagaban" y otras tantas se "insinuaban", incluso una chica fue capaz de decirme: ¿Podrías demostrarme si eres tan fiera?. ¿Y saben qué hice? la bloqueé por regalada, yo no estaba buscando a nadie. Otra cosa que no entendía era... ¿Por qué demonios algunos chicos creían que yo era Gay?. ¡Eran tan solo fotos de un niño disfrazado de león!.

– ¿Manuel? – Mamá dejó oír su voz en un fuerte grito que comúnmente da para cerciorarse de que era yo quién había llegado a casa. Segundos después se dejó apreciar saliendo de la cocina – ¿Cómo te fue, cariño? – Se interesó con una amplia sonrisa, sonrisa que se esfumó al interpretar la inconformidad en mi rostro.

Paseó su mirada minuciosamente por ambos.

– ¿Está todo bien con ustedes dos?...

– ¿Recuerdas ese disfraz de León que usé cuando esa niño? – Pregunté intentando controlar mi tono.

Pestañeó confusa pero luego pareció recordar el momento con exactitud y una sonrisita melancólica se escapó de sus labios.

– Sí... – Afirmó con ojos brillantes – Te veías adorable, Manu. Eras muy pequeño... Recuerdo que el disfraz tenía una colita y tú decías "es muy larga como para ser la cola de un León, mamá" – Contó intentando imitar la voz de un niño – Oh... ¡Y la movías de un lado a otro!.

Estefan, aunque intentó no hacerlo, dejó escapar sus sonoras risas.

Rodé los ojos y un pesado suspiro se escapó de mis labios.

Ver la emocion que le causó el recuerdo me hizo incapaz de gritarle "Ese estúpido disfraz está siendo viral justo ahora" porque lo último que quería en esta vida era hacerla sentir mal.

– ¿Estás bien?... – Repitió, sonaba preocupada y se acercó más a mí – Acaso... ¿Sucedió algo en la Universidad?. ¿Por qué de repente recuerdas ese disfraz?.

– Por nada, mamá... – Mentí para no preocuparla – Todo está bien con la universidad, solo que estuvo un poco más pesada que todos los días, pero... Estuvo bien.

– Chicos pero... No hay nada que una buena cena no arregle. ¿Verdad? – Animó mirándonos a ambos – ¿Quieres quedarte a cenar, Estefan? – Le propuso e inmediatamente mi mejor amigo no tardó en asentir.

Mi madre solía tratarlo como a un hijo.

– Se puede saber... ¿Qué preparaste hoy? – Pregunté aún sabiendo que esa pregunta a veces solía molestarle.

– ¿Yo?... – Murmuró irónica llevando las mano a su pecho mientras negaba – Es Jess quién está cocinando hoy, yo solo vigilo que no haga volar la cocina.

Estefan soltó nuevamente sus risas ante las palabras de mi madre mientras yo intentaba creerme lo que ella acaba de decir. ¿Jess cocinando?. Increíble.

– Seguro tiene alguna fiesta el fin de semana y hace todo esto para que la dejes ir... – Opiné extrañado.

Jess seguía enojada conmigo desde el momento en que me vio salir de mi habitación con Angelina. No me hablaba, no me miraba, no me hacía enojar, simplemente nada, se comportaba como si yo no existiera en este mundo, como si solo fuera un cero a la izquierda.

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