32. Verdades que duelen

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Karla McCall

– Karla... Creo que no iremos a universidad hoy –Informó Dafne mientras recogía su cabello en una coleta alta frente al espejo.

– ¿Por qué? –Pregunté extrañada. Hoy tenía mi clase con Eloy– La Feria en el instituto es a la 1:00pm –recordé la información enviada al WhatsApp por James– Y nuestra clase es de 10 a 12pm. Nos da tiempo de asistir.

– Lo sé... –Aceptó– Solo que creí que sería buena idea faltar por un día e ir a ayudar a los chicos con la decoración.

– No puedo faltar a la universidad hoy... –Me excusé. Quería ver a Eloy, a demás, si yo no asistía a esa clase Manuel iba a enviarme cientos de mensajes diciéndome lo irresponsable que era.

Dafne se giró a mirarme y caminé hacia mi guarda ropa trayendo tan solo unas bragas y mi sostén. Admiré el desastre de armario que tenía e intenté encontrar algo cómodo que ponerme que no fuese una falda.

Después de mi clase, iba a salir corriendo rumbo al instituto. Usar falda allí no era una opción, conociéndome y conociendo a mis amigos, íbamos a hacer muchos desastres y no quería que todo el mundo anduviera esperando el momento en que la falda se me subiese.

– Karla, solo será un día... –Persistió– Por un día que no vayamos a la universidad no vamos a reprobar el módulo.

– Tengo clases con Eloy... –expliqué.

– ¿Y?... –Preguntó sin comprender el punto– No vayas.

– Tenemos exposición... –mentí hurgando  entre mi ropa– No puedo faltar a eso.

No me sentía lista para enfrentar a Dafne, aunque sabía que tarde o temprano debía ser sincera. Odiaba mentirle, pero más odiaba discutir con ella y eso era exactamente lo que podría suceder cuando le dijera lo relacionado con Manuel.

No quería pensar en eso.

Opté por usar un Jogger de tres colores: Verde menta, azul y palo de rosa; y lo acompañé con una blusa corta color blanco.

Empecé a vestirme y Dafne se mantuvo en silencio. Se dejó caer boca abajo en la cama y empezó a mover sus pies de arriba a abajo.

– No te enojes... Deja los celos –La animé dando una palmada en su trasero.

– No estoy enojada y mucho menos celosa –Mintió sin siquiera mirarme– Espero que no me dejes plantada, los chicos confían en nosotras y como no llegues puntual dejaré de hablarte por una semana –Advirtió.

– Ahí estaré... –respondí con seguridad– Lo prometo.

Me acerqué al espejo y detallé mi rostro en él. Pensándolo bien... Mis pecas no estaban tan mal, por primera vez en mucho tiempo no quise cubrirlas para ir a la universidad. Apliqué en mi rostro tan solo un poco de polvo, brilló labial y rímel.

Admiré el resultado para luego girarme a mirar a Dafne. Llevé las manos a mis caderas mientras su mirada se deslizaba por mi cuerpo y esperé por su aprobación.

– Te ves como toda una reina... –Me enseñó sus pulgares– Me gusta que estés enseñando tus pecas, son muy bonitas. Si tu futuro novio no ama tus pecas tanto como las amo yo, le doy una golpiza.

Asentí confiada.

A Manuel le gustaban mis pecas, así que no tenía nada que temer.

Ya iba siendo hora de ir a la universidad.

– Dafne... ¿Qué harás mientras tanto? –pregunté.

Se encogió de hombros.

– Primero, voy a investigar algo que lleva dando vueltas en mi cabeza –Confesó– E inmediatamente iré con los chicos  a ayudarlos con la decoración.

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