16. Un bestornudo

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Karla McCall

– Alexandra ayer me llamó en la noche, al parecer ya sabe que Alexander no está saliendo con Lyssa... – Informó Dafne tomando asiento en el borde de mi cama.

– Pero... ¿Cómo lo supo? – Pregunté indignada y observé a Dafne acariciar a mi perrito quien dormía tranquilamente en mi cama.

– No tengo ni idea... – Respondió encogiéndose de hombros – Pero Susan está dispuesta a llevar a cabo el plan "Conquistar a Alexander". Dice que no va a descansar hasta ver a Alexander liado con Alexandra.

Joder.

– Pues... Yo no voy a descansar hasta que Alexander vuelva a liarse con Lyssa – Afirmé – Ellos dos se quieren, ninguno de los dos lo acepta, pero es una realidad. Yo lo sé.

– Pienso igual... – Apoyó Dafne con una amplia sonrisa – No tenemos pruebas, pero tampoco dudas – Continuó y recogió su cabello en una coleta alta – Sabes... A veces creo que somos un poco entrometidas – Confesó mientras soltaba algunas risitas.

Un poco no... Mucho.

– ¡¡Karla y Dafne!! – Se escuchó el llamado de mi padre – ¡Vengan aquí!! – Agregó.

Lo imaginé listo, junto a mi madre, esperando por nosotras para darnos las indicaciones necesarias antes de irse a festejar el cumpleaños de Ana.  

Salí de mi habitación con Dafne, bajamos las escaleras y nos topamos con mis padres en mitad de la sala.

Mamá nos miró con súplica mientras mi padre se encargaba de deslizar, sutilmente, una mirada desconfiada por ambas, tal vez intentaba averiguar si realmente podríamos hacernos cargo de la pizzería o si el trabajo nos quedaría grande.

– Karla, cariño, necesito que te comprometas con el restaurante... Solo por hoy – Rogó mi madre con amabilidad y seriedad a la vez.

Había mencionado la misma frase más de veinte veces en lo que iba del día.

– Confía en mí... Soy una chica responsable – Animé llevando una mano a mi pecho completamente convencida de que era capaz.

Papá me miró extraño mientras mamá, en su interior, seguramente se cuestionaba una y otra vez si sería buena idea dejar a varios desastrosos a cargo del restaurante o si mejor se quedaba ella a cuidar de su emprendimiento.

– Karla, no quiero peleas... – Recalcó severa mirándome fijamente a los ojos.

– Ya sabes, linda, no puedes pelear... – Repitió Dafne dando palmaditas en mi hombro con algo de burla.

– Tú tampoco, Dafne... – Le advirtió mi padre con seriedad mientras la señalaba – La idea es que no se metan en líos, así sea por tan solo una noche.

Tanta desconfianza me hacía enojar.

– Oigan... Ustedes no confían en nosotras – Acusé simulando estar ofendida – Todo va a estar bien... Ya pueden irse a la fiesta tranquilos.

Fue como si mis palabras se quedaran en el aire.

– Tampoco quiero que discutan con los clientes que no son amables... – Rogó mi madre haciendo énfasis en las últimas palabras.

– Ni que experimenten en la cocina... – Añadió papá – Y sobre todo... Por favor, no intenten matar o provocar a Aarón.

Solté un bufido, estos dos no me dejarían hacer nada divertido.

– Y por último, no permitan que James y Jade empaticen demasiado con los clientes... – Agregó Mamá y mi mirada viajó hasta James y Jade quiénes estaban sentados en los muebles a una distancia prudente de la nuestra.

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