42. Eres Amarilla

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Karla McCall

El enojo de Dafne seguía intacto y ya había olvidado cuántas veces le había pedido disculpas. Ella estaba distante, casi no me habla y cuando lo hacía usaba ese tono cortante que me hacía cabrear. Dafne podía ser odiosa con el mundo entero, pero no debía serlo conmigo.

Le eché una miradita de reojo. Estaba sentada en un rincón de mi habitación, con su espalda apoyada en la pared, sus piernas extendidas y su laptop sobre ellas robándose toda la atención de Dafne. Ya le había preguntado un millón de veces qué hacía y se rehusaba a responderme. El domingo estaba siendo de lo más aburrido porque ella no quería hablar conmigo.

– ¿Hasta cuándo vas a seguir enojada conmigo? –pregunté mirando en su dirección desde mi cama. Se quedó en silencio– Dafne, no me ignores... ¿Acaso no te das cuenta que hieres mi corazoncito? –dije e hice pucheros.

Me miró de reojo y ladeó levemente su cabeza.

– Así como tú heriste el mío con tus mentiras... –Acusó y hundí mi cabeza en mi almohada.

– Oye... –Levanté mi mirada y me miró con los ojos entrecerrados– ¿Sabes que te amo demasiado?

Hizo una mueca.

– Y por eso me mientes, claro... –Ironizó volviendo a poner su atención en la laptop.

– Ya te lo expliqué... A mi no me gusta discutir contigo, sabía que te enojarías y por eso tuve miedo a decírtelo  –recordé fijando mi mirada en ella. Ya hasta le había contado todo lo que Manuel me había confesado, lo que sucedió con Angelina y mi cabello. Se lo conté todo a Dafne y ella solo se quedó en silencio, como si no me hubiera escuchado– Eres mi mejor amiga... Deberías estar feliz porque he encontrado a un buen chico que me quiere.

– ¿Ya te dijo que te quiere?... –Preguntó.

Me quedé en silencio. Manuel aún no me decía "te quiero" pero lo hacía, estaba segura de que sí, sus actos hablaban por él.

– Eso creí –murmuró ante mi silencio y cerró la laptop. Entrelazó sus manos y me detalló minuciosamente– Karla... ¿Ustedes dos qué son en realidad? ¿Él te pidió que fueras su novia?

Negué y subió ambas cejas.

– No te dice que te quiere, no te pide ser su novia... –Observó con desagrado– ¿Realmente crees que Manuel te quiere para algo serio cuando no es capaz de decirte un miserable te quiero?

– Dafne... Es cuestión de tiempo. No quiero presionarlo.

– Haz lo que quieras, Karla... –Suspiró con cansancio y volvió a abrir la laptop– Ya te dije lo que te voy a hacer si terminas llorando, así que si todo se pone mal espero que vayas en busca de An o de Jade, porque yo no voy a limpiarte las lágrimas cuando fueron ellas las que te aconsejaron cosas.

– Dafne... Te necesito a ti.

– No... Quédate con An, Jade y Eloy Young –Imitó mi voz al decir ese último nombre– No sé por qué tuvo que aparecer, todo era perfecto hasta que llegó él. Por cierto... –me señaló– Dile que deje de fastidiarme porque le voy a dar una golpiza, las ganas no me faltan y sabes que soy muy capaz.

– Él no te hace nada, Dafne. Eres tú quien lo molestas... –rodé los ojos y abrió sus labios en una O– Tampoco puedes golpearlo porque me gusta y tienes que respetar eso. Yo nunca golpee a ninguno de tus pretendientes.

– ¿Te recuerdo lo que le hiciste a Jhonny Márquez cuándo teníamos dieciséis? –Gritó.

Hice mala cara al recordar a ese hombre. Lo odiaba. Un día llego nuevo al instituto y según él quedó flechado por Dafne al verla. Intentó enamorarla, pero también intentaba indirectamente colocarla en mi contra diciéndole que yo era una mala influencia. Él quería robarme a Dafne. Un día le llevó flores y cuando estuvo apunto de dárselas le di un balonazo en la cabeza.

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