1. Desastrosas

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Karla McCall

Ella amaba la novedad y adoraba todo aquello que le robaba el corazón, en su vida la rutina no era una opción y lo espontáneo era su religión. Jamás tenía que... Decía: La vida es demasiado corta como para tener que... Mejor vivamos haciendo lo que nos haga enloquecer.

8:00am

Mis vacaciones fueron un asco. Terminar corriendo directo a un lago siendo perseguida por la ira de las abejas nunca fue mi meta. Lo peor era que el responsable de todo fue Aarón, mi archienemigo, al que conocerían después; pero hoy sería un día diferente. Hoy sería un gran día. Estaba preparada para enfrentar junto a mi mejor amiga mi quinto semestre universitario en Ingeniería Informática después de unas vacaciones que no fueron exactamente lo que planee. Y como todo gran día en mi vida, iba a iniciar con un desastre:

Descubrir a un infiel.

La puerta de mi habitación se abrió de repente dejando ver a Dafne, estaba tan acostumbrada a las bruscas entradas triunfales de mi mejor amiga que ni siquiera el chirrido repentino de la puerta al abrirse me hizo sobresaltar. La estaba esperando.

Fijé mi mirada en ella y le sonreí abiertamente, aquí estaba de nuevo esa sonrisa macabra que nos dábamos cuando sabíamos que íbamos a causar problemas. No teníamos que decir ni una palabra para entendernos. Sus ojos brillaban y las ansias se veían claras en su mirada, traía unos jean gastados y un tipo de blusa gris que le quedaba algo grande, era su estilo y aunque era muy contrario al mío, siempre la encontraba muy hermosa.

Éramos mejores amigas desde que teníamos memoria debido a que nuestros padres fueron mejores amigos desde el instituto y ahora trabajaban juntos en la misma comisaría como alguaciles. Ellos se encargaron de juntarnos, aunque a veces se arrepentían de haberlo hecho. Individualmente éramos desastrosas, juntas no dominábamos el mundo porque no nos lo permitían. Y así crecimos, teniendo a nuestros padres como ejemplo de amistad duradera. Era tan fuerte que consideraba a Maximiliano (Padre de Dafne) como a un tío, y ella a su vez consideraba así mismo al mío.
Un gran día iniciaba con un desastre, pero nunca sin mi mejor amiga.

- Y dime... - Pidió adentrándose en mi habitación cuidando de no pisar algunas hojas que había dejado tiradas en el suelo. Ya sabía lo que iba a preguntar. Por ley, era la primera pregunta que me hacía al iniciar un semestre - ¿Cómo inicias el nuevo semestre y cómo terminaste el anterior?.

Parecía una pregunta un poco inocente, pero no lo era, ella se refería a un tema en específico.

- Un poco manoseada... - Acepté meneando levemente mi cabeza de un lado a otro - Pero virgen.

Mi virginidad era una verdad que solamente Dafne creía, tampoco era un tema el cual andaba gritando y presumiendo a todo pulmón, para ser sincera ni siquiera yo sabía cómo había podido llegar tan lejos, 22 años y virgen. Si a mí misma me costaba creerlo, cuánto más a los demás.

No me malentiendan, soy virgen... Pero no un angelito. Había tenido encuentros sexuales, pero por algún motivo nunca llegaba al punto de la penetración, era inseguridad y miedo, al dolor o tal vez a arrepentirme. Esto podía sonar contradictorio y cursi a la vez, pero yo... Karla McCall no creía en los para siempre, pero al menos deseaba iniciar mi vida sexual con alguien que me hiciera sentir que valió la pena sin importar lo que sucediera después.

Si había algo que odiaba era el sentimiento de arrepentimiento, por ese motivo siempre me aseguraba de hacer lo que quería. Yo tenía el control, de todo lo que sucedía en mi vida, siempre.

Dafne caminó hasta mi cama y se dejó caer a mi lado. Algunos rayos de sol que se filtraban por mi ventana dieron sobre sus ojos y los cerró rápidamente mientras se apartaba de la luz.

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