Manuel Young
El mismo día de la tragedia llevé mi auto a un lavado y lo mantuvieron allí por casi dos días. Karla era demasiado buena haciendo desastres y de verdad que no pudo escribir su nombre más grande. ¡Llenó mi auto de bolitas de Ping Pong y como si fuera poco mojó mis asientos con soda!
Debería seguir cabreado con ella, pero simplemente mi ser, aún después de todo, se rehusaba a guardarle rencor al desastre andante, ahora Dora la exploradora.
Por un momento creí que el desastre andante suspendería la única clase que tomábamos juntos y odié con todo mi corazón ese posible suceso. No quería que lo hiciera, no solo porque era cuestion de semanas para que finalizara el semestre, sino porque no quería dejar de verla. El resto de semana, cuando mi enojo se esfumó y mi mente se despejó, no paré de pensar en ella, me pregunté qué cosas se podrían estar cruzando por su cabeza, si seguía enojada, o si se sentía conforme con su drástico cambio de look.
Desde el suceso Karla no me había vuelto a determinar y extrañaba su presencia. Me hacía falta su intensidad, no entendía muy bien en que momento me acostumbré a tenerla merodeando a mi alrededor haciéndome enojar o simplemente haciéndome creer que estaba loca.
Necesitaba hablar con ella, encontrar la forma de explicarle lo que realmente sucedió. No tenía perdón si hablabamos de su cabello, pero con respecto a Angelina tenía una explicación que el desastre andante merecía escuchar y yo merecía dar.
Karla tenía que escucharme quisiera o no, porque no tenía pensado dejarla ir cuando al fin había aceptado mis sentimientos por ella. Me gustaba, aún después de haber vuelto mierda mi auto; y también sabía que yo aún le gustaba, porque a diferencia de Aarón, su venganza me había tratado con amabilidad. Al pobre rubio le toco hacerse un corte bajo y teñir su cabello de rubio porque Karla lo había dejado de colores. Sentí dolor por él, pero me reí a carcajadas en el momento que Aarón me contó su situación con imágenes como evidencia.
Entonces... Me gustaba el desastre andante y ahora, sentado en el mismo asiento de siempre, me era imposible concentrarme en la clase porque su asiento a mi lado seguía vacío y no se le daba por aparecer.
La puerta que daba entrada al aula se entreabrió, el profesor detuvo su explicación y todas las miradas cayeron sobre la puerta, se oyó un extraño forcejeo e identifiqué la voz de Dafne, al parecer estaba intentando hacer que Karla entrara a la clase.
Se hizo silencio por unos pocos segundos y finalmente Karla se adentró en el salón con timidez, deslizó su mirada por todos los chicos, más detuvo su mirada solamente en mi y luego la evadió al notar que yo también la miraba.
La impresión se reflejó en el rostro de todos al admirar su figura, o mas bien su cabello. Si algo debía aceptar es que era un cambio drástico y radical. Tenías que mirarla dos veces para asegurarte de que era Karla.
A muchos no pareció gustarle su cambio de look y supe que estaba demasiado jodido por ella al encontrarla demasiado hermosa. El desastre andante traía una falda de pliegues blanca con una blusa azul cielo, con mangas, ajustada a su torso. La mitad superior de su cabello estaba recogido en moño algo desordenado, pero amé como caía su corto pero abundante cabello a los lados de su rostro.
El cabello corto le quedaba jodidamente bien, por algún motivo la hacía ver como todo lo que no era, tierna e inocente.
– McCall... –el profesor murmuró su apellido sin quitar la mirada de su corto cabello– Llega treinta minutos tarde.
– Lo siento... –murmuró el desastre andante e intentó excusarse con la mirada– Pero esta vez no fue porque quise. Fue culpa de la alarma y también de mi mascota, se vino detrás y tuve que devolverme a llevarlo a casa.
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Igualitaria Intención
RomanceTodo inició con un beso robado y con la necesidad de venganza que nació después de ese acto. Manu y Karla tienen pocas cosas en común, ella es espontánea y él suele mantener todo en orden y calculado, no son más que polos opuestos con gustos y pers...