Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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Antes de finalizar el entrenamiento, la Black se acercó a la manada y les pidió que se transformaran en humanos y se alejaron un poco de los demás para decirles que no dijeran nada de lo que vieron hoy, ni a los del consejo ni a las improntas. Sam intentó contradecir su petición, pero por más que él fuera un alfa, Adhara no era parte de la manada y una sola mirada de ella bastaba para que hasta el más valiente no se atreviera a contradecirla.
También se dirigió específicamente hacia Jacob para que no le dijera nada a Bella, con la advertencia de que sería la misma Swan quien saldría mal parada dentro de esto, al igual que él y ella misma.
-¿Y qué si le digo? -preguntó desafiándola.
La azabache no se dejó intimidar y se acercó a él mirándolo fijamente a los ojos.
-Deja de andar de problemático y desafiante por una vez en tu vida porque estoy hablando en serio. Esto es un tema que no le concierne a ella ni a los del Consejo ni a las improntas. Así como ustedes, nosotros tenemos reglas y nos apegamos mucho a ellas con tal de sufrir las consecuencias que no son nada bonitas. -le advirtió mirándolo fijamente. -Le dices algo y le borran la memoria.
-¿Quiénes? -preguntó Embry anonado.
-No lo sé, puede ser alguien de MACUSA o alguien del Ministerio Británico de Magia. Solo sé que vendrán a borrarle la memoria y no solo olvidará lo que soy, sino la existencia de ustedes, metamorfos, y la de los vampiros. Y yo me gano mi boleto directo a Azkaban.
-¿Qué es eso? -volvió a preguntar Embry, no le gustaba como sonaba aquel nombre.
-Un lugar al que definitivamente no me gustaría ir y si me pusieran a escoger, preferiría mil veces morir a entrar a ese horrible lugar. Estás advertido, Jacob, no es ninguna broma.
Después de dos días en Forks, la familia y amigos de Adhara regresaron a Londres con la promesa de regresar antes de la batalla contra los neófitos.
Hubo mucha diversión durante su estancia, los hermanos masculinos Weasley y Harry tuvieron su tan ansiada venganza contra Jasper, Draco se les hubiese unido de no ser por su orgullo. A decir verdad, después de revelar su secreto, no tuvo mucho contacto con los Cullen o la manada y no porque no quisiera, sino que el tiempo lo aprovechó para estar con su familia. Los llevó a conocer Port Angels y fueron al cine, la cara de los magos fue épica.
Había hablado con Leah, disculpándose por no haberle dicho lo que era y lejos de ser reprochada o que se enojara con ella, solo le dijo que no pasaba nada, que entendía que no le haya dicho nada.
Estaba en su habitación, leyendo los libros que McGonagall le había dado para empezar a prepararse como profesora.
Soltó un suspiro.
Apenas terminó la ceremonia, se acercó a ellos con una enorme sonrisa y la primera persona a quien ella abrazó fue a su profesora. Minerva McGonagall era muy importante para la Black, pues había cuidado de ella en Hogwarts, era como su abuela. Era quien le imponía los castigos cuando hacía alguna travesura con los gemelos y, a la vez, fue quien la protegió de Umbridge.
