Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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Por esa noche, Adhara le hizo compañía a Bella y decidió ser fuerte por ella, aunque por dentro sintiera que su corazón estaba roto por la manera en la que Jasper se había ido, al igual que el resto de su familia. Las dos estaban acostadas en la cama de Bella, sumergidas en un silencio que la ojigris decidió romper.
-¿Qué fue lo que te dijo Edward?
-Que no me amaba y que no era buena para él. -susurró con una temblorosa voz, nuevamente las lágrimas escurrían libremente por sus sonrojadas mejillas. -También dijo que nunca debió existir algo entre nosotros.
A Adhara se le estrujó el corazón ante el tono de voz de Bella. Edward la había cagado, igual o peor que Jasper.
-¿Y a ti? ¿Qué te dijo Jasper?
-No se despidió de mí. -la castaña volteó a verla anonada, pero la Black tenía la vista clavada en el techo. -Simplemente se fue. No hubo despedida y eso, definitivamente, es lo que más me enoja. Quiero que sepas una cosa, Isabella. -le dijo mirándola a los ojos.
La castaña se sobresaltó al sentir esos ojos grises sobre su persona. Conocía a la Adhara pícara y alegre, pero no a la que estaba a su lado.
-No tienes la culpa de nada. Ni de que Edward sea un idiota y haya decidido dejarte, ni de que los Cullen decidieran irse. Ellos tomaron sus propias decisiones, ni tu ni yo influenciamos en ellos. A veces tienes que renunciar a personas no porque no te importen, sino porque tu no les importas a ellas. Lo que ocurrió esa noche fue algo que tarde o temprano iba a ocurrir, no fue tu culpa ni de Jasper.
Bella asintió y cerró fuertemente los ojos antes de quebrarse frente a ella. Adhara solo suspiró antes de rodearla con sus brazos. Luego lloraría su duelo. Con kilos de helado, chocolates y varias películas muggles románticas o de drama.
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Al siguiente día, Adhara se obligó a levantarse de su acobijada cama y arreglarse para ir a la escuela. No pasó por una guerra y la pérdida de sus familia como para deprimirse y quedarse estancada por un estúpido vampiro que se largó a la primera por sentirse superado por sus demonios.
Aunque su corazón le doliera.
La noticia de que los Cullen se habían ido estaba más que fresco aquel día, y las miradas muy mal disimuladas dirigidas hacia Bella y Adhara no podían faltar. Más de una vez, Ángela tuvo que contener a su amiga de que no se lanzara a los golpes con algunas chicas que hablaban a sus espaldas.
