Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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-¡Paren! -gritó Alice con la mirada fija hacia el bosque.
El grito de la vidente alertó al resto de su familia, reaccionaron rápido al sentir el aroma de los nómadas y se acercaron rápidamente a las chicas. Jasper, al estar a lado de Adhara, solo rodeó firmemente su cintura queriendo hacer el amago de sacarla de ahí, pero la voz de su hermana lo detuvo.
-Ya se iban cuando nos oyeron. -dijo Alice mirando a su familia, su compañero ya estaba a su lado.
-Hay que sacarlas de aquí. -dijo Daniel.
-Tenemos que irnos. -le dijo Edward a Bella.
-¿Qué está pasando? -preguntó Bella confundida.
-¿Se acerca otro grupo de vampiros? -preguntó la azabache preocupada mirando a Jasper, quien asintió totalmente alerta con la mirada fija hacia un punto específico del bosque. -¿Alguien me puede prestar algo de lo que traigan puesto? -la rubia inmediatamente le pasó la chaqueta que traía puesto para que la humana se lo pusiera.
Después de colocársela, se recogió el cabello para guardarlo dentro de la gorra que Jasper le había prestado.
-Esto por lo menos ayudará un poco a neutralizar mi olor. -dijo cuando vió la duda en los ojos del rubio, él asintió esperando a que el pequeño plan de su compañera funcionara.
-Vámonos. -volvió a insistir Edward hacia la castaña, pero Carlisle lo detuvo.
-Ya es muy tarde. -dijo serio mientras caminaba hacia el frente.
Los demás miraban hacia el frente, pero Jasper tenía el ceño fruncido y los puños apretados y la azabache lo tranquilizó al sujetar su mano. El rubio se volteó a verla arrepentido.
-Perdóname, no debí pedirte que vinieras. No hables y ponte detrás de mi. - la agarró del brazo con cuidado para colocarla detrás de él, de tal manera que su cuerpo cubrió por completo la de ella, caminaron hacia su familia para quedarse detrás de ellos.
-Suéltate el cabello. -le ordenó el cobrizo a Bella y ella lo obedeció.
-Es inútil, la huelo desde el otro lado del campo. -dijo Rosalie con el ceño fruncido cuando los volteó a ver. La rubia decidió pararse junto a su esposo y aprovechó aquella oportunidad para cubrir un poco más con su cuerpo a Adhara.
Mientras más se acercaban aquellos nómadas, más podía Adhara distinguirlos mucho mejor. Eran tres, dos hombres y una mujer, que caminaban descalzos. Uno de ellos era rubio, de cabello largo amarrado en una coleta baja y el otro era un moreno con rastas, y la mujer era pelirroja. Los tres eran peligrosos, pero Adhara pensaba que por más que el rubio pareciera tener la mirada de un depredador feroz, casi como la de Fenrir Greyback, la pelirroja era la más peligrosa de aquel trío. Los siguió viendo mientras se acercaban cada vez más hasta estar a unos metros de la familia Cullen.
