Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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-Mmm...todo estuvo delicioso. Muy delicioso, ¿Aún quedó empanadas de calabaza? -preguntó Ron mientras comía un plato lleno de gelatina.
-No, Ronnie. -respondió Adhara también comiendo gelatina. -Yo me comí la última que quedaba.
-No me llames Ronnie.
-¿Algún problema, Ronnie?
-No me gusta.
-¿Y?
-Debes dejar de llamarme así.
-¿Qué si no quiero?
-Niños. -intervino la señora Weasley sin mirarlos. -Ya dejen de pelear. -los tranquilizó ya más que acostumbrada a las discusiones infantiles que Ron y Adhara eran capaces de montar desde que se conocieron. Aunque solían ser divertidos las disputas entre ellos, porque quien se quedaba sin argumentos era el pelirrojo menor, hoy no andaba de ánimos para aguantarlos.
La hora de la comida había pasado entre pláticas y risas, poco a poco iban recuperando aquella chispa que siempre había caracterizado a la Madriguera. Entre los señores Weasley y Andrómeda recogieron todo, se adentraron a la casa para lavar todo lo que ensuciaron y dejaron a los chicos en el patio que estaban muy a gusto platicando.
George se levantó de su silla para irse a su cuarto y cuando vio que Hara hizo el amago de acompañarlo, se lo negó moviendo la cabeza. Necesitaba estar solo un rato, tampoco quería que su amiga dejara de lado la plática que sostenía con su cuñada por acompañarlo.
-¿Qué dicen de un partido de quidditch? -preguntó Bill mirando a su familia, el pelirrojo estaba aburrido y tenía ganas de jugar un partido con ellos.
-Estaríamos disparejos. Mione y Fleur aman la seguridad que sienten en el suelo y Percy...pues es él. Solo seríamos Harry, Ron, Ginny, tú y yo. -comentó Adhara mientras se encogía de hombros.
-Que uno de nosotros no juegue. -dijo Ginny.
-Muy bien, feos, vamos a arreglar esto como los serios adultos que somos. -dijo Adhara mientras se ponía seria. -Nah, yo no juego. Tengo mucha flojera el día de hoy. Te presto a mi bebé, Ginny, sé que lo cuidarás con tu vida. -con un accio invocó su saeta para dársela a la pelirroja que no cabía en felicidad.
-¿No quieres comentar el partido? -le preguntó Ron invocando también su escoba.
-Nah. Así estoy bien, deberías preguntar quién va a mediar el juego. Porque yo no me ofrezco como voluntario.
Ron rodó los ojos, pero inmediatamente se volteó a ver a Hermione como si le preguntara con la mirada, ella negándose ante la silenciosa petición sacó de su bolso de cuentas un libro y se acomodó bien en su silla.
-Cariño, ¿podrías mediar el partido? -le preguntó Bill a su esposa invocando el baúl donde guardaban lo pelotas que se necesitaban para el deporte mágico.
