Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Empezó a abrir los ojos con lentitud.
Había anochecido y no reconocía la habitación en donde estaba. Sintió que alguien sujetaba su mano, era Jasper. El rubio había estado muy preocupado por su compañera y en ningún momento se alejó de su lado, necesitaba asegurarse de que estuviera bien.
-Hola. -le saludó en voz baja al verla despierta.
-¿En dónde estoy?
-En mi casa, en una habitación para huéspedes. Ángela dijo que no te gustan los hospitales y creí que era mejor traerte aquí para tenerte vigilada. -le respondió dándole un apretón a la mano de ella. -Nos tenías preocupados, en especial a ella y estuvo un buen rato aquí hasta que se tuvo que ir.
-Le regalaré sus dulces favoritos. -dijo divertida. -Lamento preocuparlos. -el rubio negó restándole importancia. -¿Qué hora es?
-Va a ser media noche. ¿Tienes hambre o sed?
-Quiero un poco de agua. -Jasper inmediatamente le pasó un vaso de agua que ella bebió rápidamente. -¿Y tu familia? ¿No es ninguna molestia el que yo esté aquí?
-En sus habitaciones y no es ninguna molestia que estes aquí, Esme estaba más que encantada con tenerte aquí aunque lamenta las circunstancias en que te conoció.
La habitación quedó en un cómodo y tranquilo silencio, tan solo disfrutando de la compañía del otro. Adhara se levantó hasta quedar sentada con ayuda de Jasper y entrelazaron sus manos como si nunca lo hubieran hecho.
-La noche está muy hermosa hoy y las estrellas están brillando. -dijo ella con una sonrisa.
-¿Quieres ir afuera? -le ofreció Jasper y ella asintió sin pensarlo dos veces.
Aún con las manos entrelazadas, se levantaron de la cama y se dirigieron afuera del cuarto para bajar las escaleras.
-Tienes una casa preciosa -dijo ella admirando a su alrededor.
-Gracias, las mujeres de esta casa siempre han tenido un buen gusto. -dijo él sabiendo que los demás lo escucharían.
Llegaron al jardín que la matriarca del clan cuidaba con esmero y el rubio colocó en el pasto el mantel que había agarrado en la cocina antes de salir y poder sentarse. No queriendo separarse de ella, esperó a que su humana se sentara primero para poder sentarse atrás de ella, colocó sus piernas a cada lado y abrazó su cintura.
-¿Estás cómoda? -ella asintió acurrucándose más a él.
-Estar así me recuerda a cuando pasaba las noches de verano en la Madriguera o cuando me escapaba con los gemelos de la sala común para poner en marcha nuestras bromas. -comentó ella con una sonrisa llena de nostalgia.
-¿La Madriguera? -preguntó Jasper divertido y disfrutó de la risa que Adhara soltó.
-Así se llama la casa de unos amigos, la mamá de ellos es la que teje el suéter Weasley. Los señores Weasley siempre han sido muy amables a la hora de acogerme en vacaciones. Adivina de cuantos hermanos hablamos. -Adhara volteó a verlo con una sonrisita desafiante.