Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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Para desgracia de la ojigris, la hora del almuerzo ya había acabado y la siguiente clase que tenía era matemáticas. Decir que se arrepentía de estudiar a lo muggle, era quedarse muy corto. Lo único bueno es que compartía la clase con Angie, por lo que eran compañeras de banco.
-Odio esto. -se quejó Adhara en un susurro muy lamentable ignorando por completo lo que el profesor estaba explicando.
-Por favor, Phoenix, esta clase no se compara en nada con las de Binns. -le dijo Ángela mientras prestaba atención al profesor.
-Nadie se compara con Binns, pero odio esto.
-¿Y qué prefieres? ¿Las clases de matemáticas o clases con Umbridge? -inmediatamente la azabache volteó a ver a su amiga como si hubiera dicho una grosería.
-Prefiero mil veces la primera opción antes que ver la cara del sapo rosa. Esa señora horrorosa, aunque me alegra que haya obtenido su merecido.
-Porque papá y el señor Kingsley se encargaron de que la metieran a Azkaban por los crímenes que cometió, y por favor, no insultes a los pobres sapos.
Al finalizar la clase, Adhara no pudo evitar contener un suspiro de alivio, ganándose una mirada divertida de su amiga.
Guardó sus cosas en la mochila y abandonó el salón acompañada de Ángela.
-Ahora que me acuerdo, a finales del curso habrá un baile. -le dijo sacando un volante para dárselo.
-¿Baile? -preguntó leyendo el volante. Prometía ser bueno por la temática.
-Si. Te aviso para que no hagas planes y asistas, y si no consigues que alguien de la escuela te invite, algo que dudo mucho, puedes decirle a alguno de tus amigos. -le dijo Ángela con una sonrisa.
-Está bien.
-Nos vemos mañana, el salón de Historia está más adelante. -le indicó ella para darse la vuelta e ir a su salón.
Haciendo caso a las indicaciones de su amiga, no tardó en encontrar el salón para tener la última clase del día. Al pensar en ello, se alegró porque no faltaba mucho para regresar a casa, comer lo que Kreacher cocinaría para ese día y tener su merecido descanso.
-Usted debe ser la señorita Black. -le saludó la profesora con una sonrisa amable.
-Exacto, profesora. -le respondió ella extendiéndole la hoja que debía firmar para entregarla.
-Muy bien. -dijo después de firmar. -Toma asiento a lado del señor Hale. -le indicó con la mano el único asiento libre, ella volteó a ver a donde le indicaba y se sorprendió al ver al Hale rubio, quien la observaba fijamente desde que la vio ingresar al salón.
Agradeció con una pequeña sonrisa y caminó hacia su lugar para tomar asiento y dejar la mochila a su lado. Ella estaba en alerta, pero recordó que Ángela le había dicho que eran inofensivos y se tranquilizó un poco. Jasper pudo sentir las emociones de su compañera y sonrió de medio lado cuando la escuchó saludarlo.