Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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-¡Ya llegué! -gritó Adhara entrando a su casa.
-Bienvenida, ama Adhara. La comida ya está lista, ahora se la sirvo. -le dijo Kreacher saliendo de la cocina.
Adhara aprovechó para ir a su cuarto y ponerse algo más cómodo, al entrar fue recibida por su lechuza, Hydra.
-Hola, preciosa. -le saludó acercándose. Vio que en su escritorio había varias cartas. -Gracias por traer la correspondencia. Vamos abajo, allá están tus galletas. -la lechuza ululó feliz y se acercó para mordisquearle cariñosamente la oreja de su dueña.
Adhara bajó las escaleras para dirigirse a la cocina, seguida de Hydra. Se acercó a la alacena y sacó las galletas favoritas de su lechuza, quien las recibió muy contenta antes de irse.
-¿Ya comiste, Kreacher? -preguntó mientras se sentaba a comer.
-Kreacher comió antes de que la ama Adhara llegara a casa.
Mientras comía, estuvo planeando una broma para ejecutarla mañana en la escuela y por respeto a los muggles, sería demasiado suave y puede que, misteriosamente, le llegue un regalito a Jessica. Después de comer se dedicó a leer la correspondencia y responderlas, para luego hacer su tarea.
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Se levantó a las cinco de la madrugada para aparecerse en la escuela y poner en marcha su pequeña broma, fue directamente a las cocinas para echar polvo picante en los sazonadores e inyectó colorantes vegetales en las cajitas de leche.
Regresó a casa para ducharse, se decidió por ponerse un short negro encima de unas medias de red, el suéter Weasley que recibió el año pasado y botas militares negros. Maquillaje discreto y cabello suelto. Desayunó rápidamente para ir a la casa de Jessica a dejarle de manera anónima una caja de chocolates.
Llegó cuando el estacionamiento no estaba tan lleno, a lo lejos pudo divisar a los Cullen-Hale en sus coches, de hecho Alice le hacía señas para que se estacionara en el espacio vacío que estaba a lado de una Jeep.
-¡Buen día, Nix! ¿Cómo amaneciste hoy? -le saludó Alice acercándose para abrazarla, la azabache se estremeció ante el cuerpo helado de la chica, pero decidió ignorarlo.
-Amanecí de maravilla. ¿Y tú? -le respondió mientras aseguraba su casco en la moto.
-De maravilla porque hoy vas a almorzar con nosotros. Ven, te presentaré a mis otros hermanos y a mi pareja.-respondió ella amarrando su brazo con el de la humana para acercarse al resto de sus hermanos.