Después de finalizar la Segunda Guerra Mágica, Adhara Phoenix Black ya no siente tener motivos para quedarse en Londres y decide irse al pueblo más nublado de Estados Unidos junto con su fiel Kreacher, sin saber que ahí encontraría lo que tanto habí...
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Con el pasar de los días, a Adhara le había empezado a gustar la idea de vivir en Forks. Varias veces había ido a explorar el inmenso bosque con precaución porque empezó a escuchar rumores de que habían lobos enormes acechando por ahí y que han habido algunos asesinatos. Su abuela ya le había vuelto a hablar y pegó el grito, otra vez, cuando Adhara le confesó que en Forks había un clan de vampiros y que se amistó con ellos, aunque todavía no ha tenido el placer de conocer al Doctor y a la señora Cullen.
Una vez a la semana se escribía con sus amigos y su tía. En una de esas, Hermione le contó que había encontrado a sus padres en un pueblo de Australia y que no hubo problemas al momento de devolverle sus memorias. Ella se había alegrado tanto por su amiga que le envió un vociferador. Su tía Andy le había enviado una foto mágica de Teddy en el que el color de su cabello cambiaba varias veces, su pequeño ahijado era el vivo retrato de Remus y en serio deseaba que no fuera tan torpe como lo había sido Dora.
Hace dos noches hizo una pijamada en su casa e invitó a Alice, Rosalie, Ángela y a Bella, esta última se negó diciendo que ya tenía planes con Edward, para el alivio de Rosalie. A Adhara le causaba un poco de gracia el hecho de que la rubia parecía no aceptar a Bella, pero si a ella, incluso con Ángela se mostró amable. Le había dicho a Kreacher que solo dejara listo algunas golosinas y que se fuera a Grimmauld Place. Había acondicionado su sala para que durmieran ahí, decir que estuvo divertido era quedarse corto.
Sus clases seguían avanzando y no faltaba mucho para terminar el ciclo escolar, durante el almuerzo se iba a la mesa de los Cullen y otras veces se iba a la mesa de sus otros amigos, aunque Jessica seguía sin agradarle por ser demasiado chismosa y criticona, le recuerda mucho a su difunta compañera, Lavender. La diferencia estaba en que esta última era agradable a su manera.
Ya era cosa de todos los días que Jasper la esperara al finalizar las clases y en las que tenían juntos platicaban en voz baja de cualquier cosa. Después de terminar las clases, caminaban juntos hacia el estacionamiento y se quedaban a platicar frente a la moto de Adhara por un largo rato antes de que ella decidiera que ya es hora de ir a casa.
Le encantaba lo que Jasper causaba en ella, le encantaba que él espere por ella, le encantaba platicar con él y le encantaba ese acento que usaba para coquetearle.
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Despertó de golpe por la pesadilla que tuvo.
Estaba empapada de sudor y su cuerpo temblaba como si tuviera frío, su corazón estaba alocado y respiraba como si se estuviera ahogando. Se sentó en la cama mientras llevaba sus temblorosas manos a su cara para quitar el sudor. Era la primera vez en días que tenía pesadillas, su mente aún la reproducía como si de una película se tratara. Había despertado en el Gran Comedor, justo en el momento de la batalla de Hogwarts, veía que los que defendían el castillo caían sin que ella pudiera hacer algo.
