Capítulo 14

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Cuando lanzo la pregunta sus expresiones son muy diferentes: Rosie me ve emocionada, en cambio, Dylan me mira como si hubiese enloquecido.

Parece que señorito caliente moja bragas ojos grises no nos quiere compartir.

Me parece que señorito Dylan tiene que entender que su hermanita quiere divertirse.

Y en serio, el apodo cada vez es más largo.

No es mi culpa que sea cierto.

—¿Qué? —le pregunto encogiéndome de hombros a Dylan.

—Que se supone que una cita es de dos personas, se supone que estamos en nuestra cita, bonita.

—Bueno, prácticamente ya tuvimos nuestra cita en el almuerzo, dudo que sea malo que nos acompañe al cine. Además, se nota que quiere despejarse y divertirse.

—¡Siii! —contesta emocionada Rosie, mira a Dylan y junta sus manos en modo de súplica con ojos de cachorro mojado—. Porfis, hermanito, no voy a molestar.

Dylan suspira y me mira, le hago un puchero esperando que diga que sí, mira hacia arriba como pidiendo paciencia y río, nos mira.

—Bien, vamos los tres al cine —dice mientras voltea los ojos y se pone en marcha.

—¡Yei! Eres el mejor hermano —se pone el cinturón de seguridad con una sonrisa y conecta su celular al estéreo del auto para poner Harry Styles—. Gracias Al, eres genial —le sonrío—. ¿Puedo decirte Al?

—Claro, no hay problema.

Vuelvo mi vista al frente y cuando miro a Dylan esta con el ceño ligeramente fruncido.

Para en un semáforo y me inclino para darle un beso en la comisura de sus labios, sonríe y se voltea para agarrarme el mentón y presionar su boca sobre la mía suavemente por unos segundos.

Vuelvo a mi lugar y seguimos en camino al cine con su mano entrelazada con la mía.


Estamos caminando por el centro comercial para llegar al cine, Rosie viene delante nuestro y Dylan está a mi lado con su brazo sobre mis hombros.

Estamos hablando de temas triviales hasta que ella se detiene y me mira.

—Mira, Al, ven.

No llego a decir nada que me agarra de la mano y me arrastra hasta la vidriera de una tienda de pintura y dibujo.

—Que hermosas pinturas.

—Mira, esos son pinceles para acuarela —me señala un pack de diferentes pinceles y luego señala una pintura—. Ese cuadro es una pintura que fue hecha por una chica de aquí, el señor de este local ofrece poner en vidriera pinturas de cualquier persona que quiera.

» Lo hace para que, si alguien importante pasa, pueda ver a las personas que están empezando y quieren llegar más lejos y así poder tener la oportunidad que a alguien le guste y te contacte.

—Eso es genial, no muchas personas hacen eso.

—Tendrías que traer una de tus pinturas, Rosita —le dice Dylan llegando a nuestro lado.

Ella suspira y ve con melancolía las pinturas.

—No, no creo que a alguien siquiera le interese o guste lo que hago, no tengo tanto talento.

—Mira —le digo—, tu misma me mostraste fotos de tu arte y déjame decirte que son hermosas, tienes talento Rosie, mucho. Puede que no me creas, pero yo no digo algo si no lo creo.

Suspiro de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora