Capítulo 18

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6 de diciembre, 2020

Allison:

Ya es de noche y comenzamos a caminar, adentrándonos en un pequeño bosquecito.

Hablo con los chicos de cosas triviales, menos con Dylan. Estuvo todo el día como perdido, concentrado en sus pensamientos, lo sé por su mirada.

No le pregunté, no me quiero entrometer; pero admito que lo extrañé un poco y me da curiosidad saber en qué piensa tanto.

—Miren, aquí es donde nos dijeron para hacer la fogata —nos dice Patrick.

Hay un círculo con algunos ladrillos y maderas en medio, además de unos troncos alrededor para sentarse.

—Muy lindo todo —comienzo—. Pero ¿Alguien trajo algo para encenderla?

Los chicos se miran entre sí, dándose cuenta que nadie se paró a pensar en ese pequeño detalle.

—Tontos —dice Dani, llamando nuestra atención, levanta un encendedor y sonríe—. Yo sí me acordé.

Comenzamos a tratar de prenderla, hasta que lo logramos.

Nos sentamos en los troncos, Thomas a mi lado y Patrick a mi otro lado. Me sorprende un poco que Dylan se haya sentado en la otra punta de donde estoy.

Tendría que hablar con él.

Luego de la fogata.

Si.

Comenzamos a hablar, contando historias, anécdotas; reímos y nos relajamos alrededor del fuego.


Luego de un par de horas, todos se levantan, diciendo que ya es tarde.

—No la apaguen —digo haciendo que me miren—. Yo me voy a quedar un rato más, luego la apago yo.

—¿Segura? —pregunta Tyler.

—Sí, me gusta ver el fuego, es... relajante. Me quedo unos minutos más y vuelvo, tranquilos.

Les sonrío y ellos me la devuelven mientras se van. Thomas y Bruno besan mi coronilla cuando pasan a mi lado.

Me quedo sola, observando las llamas moverse con el viento.

Siempre me gustó el fuego, es algo tan hermoso y cálido, pero que, si te descuidas, puede quemarte y hasta matarte; como las personas, son hermosas y te brindan cariño, pero si te descuidas, pueden herirte de tal manera que sientes una presión en el pecho muy dolorosa.

El amor no mata, pero, a veces, duele tanto que por dentro sientes que mueres.

Es por eso que, tanto al fuego, como a las personas, hay que tratarlas con cuidado y ser precavidos.

Estoy tan absorta en mis pensamientos filosóficos sobre el fuego que me sorprendo cuando alguien se sienta a mi lado.

—Shepard —digo con una mano en el pecho, tratando de controlar mi asustado corazón—, me asustaste —sonríe.

—Estabas muy concentrada en tus pensamientos que no notaste cuando me acerqué.

—Así parece —digo bajito volviendo a mi posición inicial, mirando la fogata.

—¿En qué piensas?

Lo miro, está mirando el fuego. No sé si preguntarle ahora si le pasa algo.

Hazlo, no pierdes nada.

—Pensé que no me hablabas —frunce el ceño y me mira, confuso.

—¿Por qué no te hablaría?

—No lo sé —digo encogiéndome de hombros y volviendo mi vista al frente—. Como estuviste todo el día desde que nos levantamos sin dirigirme la palabra ni mirarme o siquiera acercarte, pensé que no querías hablarme.

Suspiro de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora