Capítulo 51

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29 de junio, 2021

Allison:

La muerte.

¿Qué es la muerte para algunos?

Morir, no respirar más, que tu corazón deje de latir.

Para mí no. Para mí, mi propia muerte es la partida de las dos personas que me sujetaban para mantenerme de pie. Eso es morir, morir por dentro.

Bruno me dijo que, si la vida no fuese tan complicada, faltarían las emociones. Pero yo me harté de tantas emociones de mierda.

Estaba tan cansada de sentirme mal todo el tiempo y tener que disimular el dolor que tenía constantemente dentro de mí. Entonces me di cuenta que la única manera de tener paz verdadera y plena en la vida, es dejando de existir.

Y en ese momento, lo único que quería era paz, tranquilidad y calma, por eso tomé esa decisión. Pero no quiero volver a tomarla.

Estaba harta del caos que me rodeaba y no me dejaba descansar un segundo, sumándole el siempre tratar de verme como si estuviese bien ante los ojos de los demás, como si no estuviese rota.

¿Por qué tratamos de estar bien y sanos por fuera cuando estamos agotados y rotos por dentro?

Quizás porque si lo hacemos por mucho tiempo y con fuerzas, llegamos a creer en las mentiras que nos decimos a nosotros mismos. Pero llega un punto en el que no puedes seguir engañándote a ti misma y todo te cae de golpe.

Desde que pasó que no me muevo de la cama, no tengo fuerzas. Los demás se turnan para traerme comida que ni siquiera toco, para tratar de hacerme reír, para asegurarse que sigo con vida.

Antes de ayer me quedé dormida en los brazos de mi hermano que me pidió disculpas por cómo reaccionó en el hospital, pero en este punto, ya me había olvidado de eso. Ayer estaba acostada sobre el pecho de Thomas que acariciaba suavemente mi pelo, este también se disculpó, solo pude susurrar que lo perdonaba, otra cosa no sale de mí.

No lloro, ya no quedan lágrimas, lloré tanto que no puedo hacerlo más, mis ojos duelen y mi cabeza palpita.

No quiero levantarme, no quiero ir, no quiero ver eso, simplemente no quiero.

Siento suaves toques en la puerta, pero no respondo.

—¿Estás despierta?

Rodea la cama y se acuesta frente a mí, vestido de negro.

—¿Vas a levantarte?

—No —susurro.

—¿No quieres ir?

—No puedo.

—¿No quieres despedirte?

—Nunca quise eso —hace una mueca y se acerca más a mí.

—Sé que duele, pero creo que ella querría que estés ahí para decirle un último adiós.

—No hace diferencia que no vaya.

—Claro que la hace, bonita.

El apodo solo hace que me sienta peor.

—No tengo fuerzas para ir.

—¿Quieres que te ayude? No me molestaría ayudarte a ducharte —dice con una pequeña sonrisa ladeada que me hace sonreír.

—Nunca dejas de ser un pervertido, Shepard.

—Pero solo contigo.

Me quedo viendo sus lindos ojos grises y solo puedo pensar en algo.

Lo voy a extrañar tanto...

Suspiro de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora