Capítulo 33

1.3K 140 27
                                    

30 de enero, 2021

Dylan:

—¿Segura que estás bien, bonita?

Asiente y se vuelve a acurrucar encima de mí, la abrazo más fuerte, sintiendo que necesita de mi apoyo en algo que no estoy sabiendo.

Es sábado, por lo que salí antes del trabajo, llegué a la casa de Allison porque no atendía el teléfono y me la encontré sentada en el sofá mirando fijamente una película en blanco y negro.

Almorzamos junto a Daniela que no dejaba de verla como si le preocupase algo, pero si preguntaba solo decía que estaba cansada. Por lo que luego de comer se fue a la cama y yo claro la seguí, apenas me acosté se pegó a mí escondiendo su cabeza en mi cuello, sin decir nada.

Algo le pasa, lo sé. Está como... apagada.

Pero no me dice qué sucede. Así que solo me quedo a su lado, brindándole cariño y que sepa que siempre voy a estar para ella, y que, cuando quiera, puede decirme.


Por la noche llegaron los demás y pensé que se iba a alegrar un poco, pero siguió igual.

No está en sus días porque eso fue la semana pasada y no se pone mal, se pone muy cariñosa, pero no triste y apagada como está ahora.

—Cállate, Thomas —le contesta Patrick—, ya vas a ver que voy a hablar italiano mejor que tú con las clases ¿Cierto, Ali?

Estamos en la mesa, comiendo. Su mirada fija en el plato, dando vuelta la comida con el tenedor, pero sin comer. Ni siquiera se da cuenta que la miramos.

—¿Qué le pasa? —me pregunta Ty.

—No lo sé, está así desde la mañana.

—Ustedes saben, larguen la data —le dice Patrick mirando a Thomas, Bruno y Daniela que ríen por su comentario, pero niegan.

—No nos corresponde decirlo —le responde Thomas.

—Pero ahora tengo intriga —dice con una mueca Patrick y volteo los ojos.

—¿No hubiese sido mejor decir que si lo sabes puedes ayudar a tu amiga? —me mira y se encoje de hombros, niego con la cabeza.

—Ali —la llama Ty y ella lo mira, acaba de hacer a un lado su plato—, no comiste nada, apenas unos bocados.

—Debes comer, bonita.

—No tengo hambre.

Su respuesta nos corta en seco y cuando voy a tocarla, se levanta de repente.

—¿A dónde vas?

—Estoy cansada, voy a dormir. Que tengan buenas noches.

Su voz sale neutra y distante, como si esas respuestas fueran en automático.

No me gusta esto.

Ni a mí, pero no sé qué hacer.

Ve con ella.

¿Y si me echa?

Creo que obviamente lo que necesita es compañía, Dylan, activa tus neuronas.

Bien.

—Voy con ella —digo levantándome y despidiéndome rápidamente de los demás.

Apenas entro la veo hecha bolita en la cama, dándome la espalda.

Voy al otro lado y me coloco frente a ella, está despierta, pero sus ojos están perdidos; parpadea y vuelve a ella cuando me acuesto a su lado.

—¿Qué haces?

Suspiro de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora