Capítulo 34

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2 de febrero, 2021

Allison:

9000... 9001... 9002... 9003... 9004... 9005... 9006... 9007...

Dylan se remueve y me pierdo.

Mierda.

¿Por cuál iba?

Por el... ¿9010?

Supongamos que sí.

Estoy por volver a contar, pero la voz de Dylan me distrae.

—¿Estás despierta, bonita?

—Sí.

Esta sobre mí, no se movió de esa posición en toda la noche. Se levanta y mientras se refriega un ojo mira el reloj y luego a mí.

—¿Dormiste algo? —no respondo—. Allison, dime que no te quedaste toda la noche despierta.

—¿Qué pasa si digo que sí? —frunce el ceño.

—Me molestaría.

—Pues no digo nada mejor.

—Allison —volteo los ojos.

—No tenía sueño.

—Pues tus ojeras no opinan lo mismo —desvío la mirada y me agarra del mentón para que lo vuelva a mirar—. ¿Por qué no dormiste?

Dudo mucho si responder con la verdad.

Hazlo. Confía.

Suspiro y digo la verdad.

—No quería tener otra pesadilla.

No responde, solo me mira. Y vuelvo a hablar para cortar el silencio.

» Contaba mentalmente. Llegué a seis mil y me perdí, volví a hacerlo y llegué a 11 mil, pero te moviste y me volví a perder.

—¿Y ahora?

—Llegué a 9 mil.

—Eso es mucho si sumas todo.

—Toda la noche.

—¿Por qué contabas?

—Para no pensar —trago grueso y decido seguir—. Para no pensar en Hanna.

Suspira y besa castamente mis labios para darse vuelta y dejarme sobre él, abrazándome.

—Lo siento mucho, bonita.

Una presión ya conocida se instala en mi pecho y los ojos me pican por dejar ir las lágrimas.

—Debes ir al trabajo —susurro.

—Puedo faltar.

—No, Shepard.

—No quiero dejarte sola.

—No voy a estar sola. Están los chicos.

—Puedo faltar un día más, mi padre lo va a enten...

—No quiero que nadie entienda nada, Dylan, no vas a faltar al trabajo por mí, estoy bien, voy a seguir contando, puedes ir.

Me levanto y lo miro, él me observa fijamente dudando.

—¿Segura?

—Si —digo firme, suspirando se levanta.

—Voy a ducharme.

—De acuerdo.

—Me corrijo, vamos a ducharnos.

No llego a decir nada que me levanta de la cama y me lleva al baño, admito que me hace reír y me ayuda a no pensar, así que me dejo.

Ya en la ducha, no hace más que abrazarme un rato bajo el agua caliente. Un abrazo que me hace pensar.

Suspiro de AlivioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora