❝Yo fui la número Cero❞
Fler Hargreeves es una de los ocho niños que nació el 1 de octubre de 1989 que tuvo la suerte (o desgracia) de ser adoptada por el excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves.
Fler es la número Cero, The Healer, pero hace...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
_______________
Fler no le da detalles a Diego. Cuenta fielmente los sucesos desde que encontró a Klaus en el autobús hasta su llegada en un destello azul a esa tienda de campaña en Vietnam, contando brevemente como se separaron Klaus y ella, y como se reencontraron diez meses después, pero no dice nada de lo que sucedió en el medio. Mientras habla, le da agua a Klaus y le pone una toalla humedecida en la nuca para mantener a raya la fiebre.
—Así es, Di —Klaus se jacta—, somos mayores que tú ahora.
—Eso es... Es imposible —Diego sigue parpadeando en una especie de shock, rebotando su mirada de uno al otro y viceversa—. Los había visto hace poco más de un día.
—No sabemos como funcionó, solo que fue por el maletín que Hazel y Cha-Cha tenían —Fler suspira—. Pensé que Cinco podría saberlo, pero él ya no está aquí y no es como si tuviera mucho sentido averiguarlo ¿verdad?
No, no lo tiene, de cualquier forma el mundo se acabará en unos ideas y el maletín ya fue destruido.
Diego mira a sus hermanos. Había pasado un tiempo desde que se habían visto por última vez, y quiso mentirse a si mismo diciéndose que ya no se preocupaba por ellos, pero ya no puede hacerlo. Klaus y Fler siempre fueron sus hermanos menores, a pesar de que todos tuvieran la misma edad, y saber que pasaron por todo eso es...
—Lo siento —les dice con sinceridad, poniendo suavemente una mano en el hombro izquierdo de Klaus.
Fler le devuelve la mirada y le da un ligero asentimiento de cabeza. La profundidad nueva de dolor en sus ojos tiene mucho más sentido ahora, la de ambos.
Fler se mueve rápido, levantando el cubo al alcance de su hermano. Mientras, Diego quita el cabello sudoroso de Klaus de su frente y dibuja círculos suaves en su espalda en lo que su hermano vacía lo poco que queda en su estómago.
Invisible, sentado en una esquina, Ben sonríe suavemente al ver la escena. Solo puede imaginar lo que pasaron Klaus y Fler, porque no estuvo ahí, pero le alegra que se tengan unos a otros en sus últimos días.
_______________
—No creo que pueda hacer esto —Klaus murmura, mientras Fler limpia los rastros de vomito de su barbilla y la comisura de sus labios con una toalla húmeda.
—Puedes —Fler afirma, levantando su barbilla para limpiar debajo.
—Vamos, hermano, no te rindas ahora —Diego intenta animarlo.
Fler aleja sus manos para dejar sobre la mesa la toalla sucia, pero Klaus la toma repentinamente de la muñeca para evitar que se aleje. La mira con ojos brumosos y suplicantes, el tipo de ojos que le dicen a Fler que está en la etapa de la abstinencia en donde ya no está completamente consciente de sí mismo y su entorno.
