❝Yo fui la número Cero❞
Fler Hargreeves es una de los ocho niños que nació el 1 de octubre de 1989 que tuvo la suerte (o desgracia) de ser adoptada por el excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves.
Fler es la número Cero, The Healer, pero hace...
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En un futuro apocalíptico
La Academia Umbrella estaba en ruinas, igual que todo los demás. Una parte de Cinco no quería mirar nada de eso, no quería encontrar los cuerpos de su familia, rotos y resquebrajados. Pero otra parte se aferraba a la esperanza infantil de que, si alguien podría sobrevivir, debían ser ellos, sus hermanos.
Al principio, no los reconoció. Claro, había parecido, pero él no quería verlo, no podía. Sin embargo, ese pelo blanco que vislumbró entre los escombros era único en su clase.
—Fler —jadeó.
La dulce Fler, pequeña y obediente, a la que había visto en el almuerzo hace menos de diez minutos... Se encontraba boca arriba entre los escombros, sus ojos entreabiertos, las palmas de sus manos desnudas y abiertas hacia el cielo. Llevaba una especie de uniforme de hospital, el tatuaje cerca de su cuello visible.
Cinco no podía respirar.
Después de ella, los fue reconociendo uno por uno. Diego. Allison. Klaus. Los tatuajes en sus muñecas, los pequeños detalles. Y Luther, sujetando en un puño un ojo ensangrentado.
Ni rastro de Vanya o Ben, pero eso no significaba que hubieran sobrevivido a ésto
Sus pelearon, hasta el último momento. Pero no fue suficiente.
Cinco tomó el ojo de la mano de Luther. Debía pertenecer al culpable, la única pista que tenía. Tenía que volver a casa y resolverlo.
Tenía que volver a casa.
¿Por qué no podía volver a casa?
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—¿Y esa cara, Hargreeves? —Toby, su compañero de turno desde hace cuatro años, pregunta mientras ella sube al asiento del copiloto.
—Problemas familiares, ya sabes —se limita a responder Fler, la discusión con Vanya del día anterior aún está muy reciente en ella.
—No imagino como pueden ser los problemas en tu familia. La única razón por la que peleamos en las reuniones es por que comida llevar para acción de gracias —él resopla, encendiendo la ambulancia y comenzando el patrullaje.
Ella no responde, y han trabajado juntos lo suficiente como para que eso no sea raro.
Éste no era su trabajo ideal, pero ha aprendido a apreciarlo. Y ninguno de sus compañeros o jefes parece preocupado porque los asesine a corto plazo, lo que es un avance.
