❝Yo fui la número Cero❞
Fler Hargreeves es una de los ocho niños que nació el 1 de octubre de 1989 que tuvo la suerte (o desgracia) de ser adoptada por el excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves.
Fler es la número Cero, The Healer, pero hace...
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Hace 14 años
Fler Hargreeves es la número Cero, la sanadora, y sus hermanos confían en ella.
No.
Fler Hargreeves es una asesina.
Papá la había hecho practicar con animales antes, sin importar cuando Fler llorara o vomitara. Y luego tuvo que usar su poder para matar criminales. Pero eran los malos ¿no? Ella estaba protegiendo a los civiles, protegía a sus hermanos.
Sin embargo, jamás había matado a un inocente. Ella siempre tuvo el control. Ella decidía. Cuando apagarlo o cuando encenderlo. Ella decidía.
Encerrada en éstas cuatro paredes con púas con tan solo una cama de fierro y un colchón mullido en ésta habitación insonorizada, no puede hacer más que repetir el momento una y otra vez en su mente.
Tuvieron que lidiar con una situación de rehenes en la misión, lo que no era nada raro. Fler, Klaus y Allison, que eran los que tenían más tacto y dominio del lenguaje, estaban ayudando a los rehenes a salir. Entonces esa mujer resbaló en el escalón, Fler estiró la mano y la tomó del brazo para ayudar a estabilizarla.
La tocó y eso fue todo.
Pudo escuchar claramente su corazón detenerse, igual que aquel pajarito que se había posado en sus manos antes. La soltó como si le hubiera quemado, pero ya era tarde.
La mujer cayó muerta al suelo.
Fler no podía respirar. No podía ver o escuchar nada. Ella no quería... no quería... La mató, la mató, la mató.
Klaus y Allison tratan de llegar hasta Fler, atónitos, confundidos, sin entender lo que ha pasado. Los ve borrosos. Puede escuchar sus corazones, su sangre bombeando con más claridad que la suya propia.
—¿Fler?
Alguien está gritando. Tal vez sea ella.
—No me toques —ordena Fler a Klaus con voz temblorosa, tratando torpemente de alejarse de él y Allison.
Y choca con alguien por la espalda. La persona trata de ayudarla y la toma del brazo y la mano para sostenerla. Es un guardia.
—¡No! —grita Fler.
El guardia vomita sangre y cae al suelo. Fler sigue gritando.
—¡No me toquen! ¡No me toquen!
Sigue gritando y no puede respirar. Sus hermanos la miran y están preocupadas, no, asustados.
—¿Qué hiciste Fler? —Luther la mira como si fuera uno de los monstruos contra los que ellos pelean.
Dos personas que confiaban en ellos, en ella, están muertas. Fler grita hasta que alguien le pone una aguja en el brazo y todo se funde a negro.
