❝Yo fui la número Cero❞
Fler Hargreeves es una de los ocho niños que nació el 1 de octubre de 1989 que tuvo la suerte (o desgracia) de ser adoptada por el excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves.
Fler es la número Cero, The Healer, pero hace...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
_______________
Ahora
La sangre... Se esparce y es tanta... tanta... Y Ben...
No, no es Ben.
Allison.
La sangre es de Allison y su corazón todavía late.
Fler reacciona en lo que se sintió como una eternidad pero fue apenas un instante.
No.
No va a suceder de nuevo.
No lo permitirá.
—Fler —Cinco la llama, pero Fler ya se estaba moviendo de todos modos. Llega a Luther y lo toma del brazo con sus manos enguantadas para apartarlo de Allison.
El corazón de ella todavía late. Lento y superficial, pero sigue ahí. No se ha ido.
—¡Luther muévete! —ella grita, ya que claramente no tiene la fuerza para apartarlo por sí misma—. ¡Suéltala! ¡Luther dije muévete ahora! ¡Muévete!
Luther, conmocionado, suelta a Allison como en piloto automático y Diego tira de él hacia atrás para ayudarlo a apartarse. Con el camino libre, Fler se deja caer de rodillas junto a Allison. Cerca, Klaus permanece en el sofá, mirando a Allison en un estado de shock profundo que las víctimas suelen presentar en momentos de traumas.
Los ojos de Fler se encienden púrpura brillante para por ver realmente a lo que se enfrenta. El corte está en el cuello, en la garganta, pero si cortó la yugular... Si lo hizo... Entonces no hay forma de que puedan trasladarla a ningún lugar de asistencia a tiempo.
El corte fue limpió, no con cuchillos. Fler no puede decir exactamente con qué, pero la yugular está intacta. Está bien, eso es bueno, todavía puede trabajar con eso.
—Está bien Allison, estarás bien —dice, aunque su hermana probablemente no puede oírla. Necesita decirlo en voz alta, necesita hacerlo real.
Rasga en trozos el chaleco que lleva debajo del abrigo para improvisar un vendaje que detenga la hemorragia. No servirá a largo plazo pero será suficiente mientras se mueven.
—¡Diego! ¡Cinco! ¡Vayan a encender los autos! —ella les grita, sin dejar de hacer presión ni apartar la vista de Allison. De cada latido e irregularidad.
No puede sanarla, no de la forma en que lo hacía. Pero todavía puede salvarla.
Escucha los pasos de sus hermanos alejarse, hacia afuera, hacia los autos. Bien.
