❝Yo fui la número Cero❞
Fler Hargreeves es una de los ocho niños que nació el 1 de octubre de 1989 que tuvo la suerte (o desgracia) de ser adoptada por el excéntrico multimillonario Reginald Hargreeves.
Fler es la número Cero, The Healer, pero hace...
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—¿Qué tal luzco?— Klaus sonrió como un gato astuto, dando una vuelta sobre sí mismo para mostrar mejor el conjunto que llevaba: una camisa floreada con vuelos y sus pantalones de cuero con tiras a los lados.
Fler sonrió.
—Me gusta —aprobó, pero luego hizo una mueca—. Sin embargo, no creo que a Cinco le guste.
—Pequeño cascarrabias, éste es mi mejor outfit, tiene que apreciarlo.
—No todos aprecian la moda como tú —señaló Fler sin malicia, sentada en la cama de la habitación vieja de Klaus—. Otra vez, ¿para qué se supone que te necesita?
—Soy su favorito, pasaremos tiempo de calidad, ¿no es obvio? — y sí, esa es la forma en que Klaus evita una pregunta.
—Klaus...
—Bien bien, tal vez tiene un trabajito para mí por el que recibiré veinte dólares— se encoge casualmente de hombros.
—¿Qué clase de trabajo?— Fler ladeó la expresión con curiosidad. Cinco había aparecido hace ¿cuánto? ¿un día y medio? Y ya estaba haciendo cosas.
—Ni idea, pero son veinte dólares, ¿cómo podría negarme?— Klaus rebusca en su armario y saca una camiseta de tirante lila—. ¡Oye! ¡Podrías probarte ésta!
La peliblanca sonríe de medio lado.
—No gracias.
—¡Vamos Fler! ¡Tienes que vivir un poco la vida!
Fler resopla y recibe la camiseta.
—Bien.
Se quita la suya y se coloca la que le ofrece Klaus. Ellos se han cambiado juntos toda su vida, igual que con Allison, así que es natural. Al colocarse la camiseta, se enfoca en el tatuaje que tiene cerca de la zona del cuello, el que normalmente prefiere ignorar.
Sus demás hermanos lo tienen en el antebrazo, pero ella recuerda que, cuando trataron de tatuarla en el brazo, casi mató accidentalmente al tatuador.
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Hace 17 años
Después de Diego, fue el turno de Fler. El primero había sido Klaus, luego Allison.
La peliblanca tragó saliva y se sentó tímidamente en la silla del tatuador, levantando la manga de su camisa para dejar expuesto su antebrazo. Trataba de ser valiente, de obedecer a papá, quién dijo que ésto del tatuaje era algo para enorgullecerse.
Sin embargo, cuando el tatuador inició, Fler se sobresaltó por la sensación de la aguja clavándose en su piel y sus dedos rozaron la mano del tatuador, provocando que la nariz del tipo comenzara a sangrar al instante y la soltara.
