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La víspera de las fiestas navideñas. Todo es como si estuvieras en Disneylandia.

Me encanta ver cómo la ciudad se llena de colores. Las luces cuelgan, el clima está perfecto, las calles están decoradas y te sientes como en un musical. Es como estar en alguna escena de película navideña. Es la mejor época del año.

—¿Están seguros de que no quieren que los acompañe?.–pregunté mientras agarraba mi bolso.

—No.–dijo Teddy sin pensársela.

Volteé boquiabierta hacia Christian que me dedicaba una sonrisa burlona.

—¡Lo estás disfrutando!.–lo acusé mientras lo golpeaba en su hombro juguetonamente.

—¡Claro que no. Me estás levantando falsos!.–Christian se defendió mientras estacionaba el carro cerca de mi local.

—Bueno.–Desabroché mi cinturón de seguridad antes de bajarme. No, no me iba a rendir tan fácil .—¿Seguros de que no quieren que los acompañe al centro comercial?.

—¡No, Ana!.–respondieron al unísono, nuevamente.

—Okey.–suspire derrotada.—Supongo que nos veremos más al rato.–Christian me dedicó una sonrisa antes de que me bajara del auto.

—¡Te amo!.–Al cerrar la puerta fue lo único que escuché.

Camine hacia las puertas de mi negocio, me sentía rara. ¿Por qué Teddy no quería que lo acompañara?, ¿Acaso ya no me necesita?. Crecen tan rápido.

—¡Buenas tardes!.–saludé fingiendo alegria. Había pocos clientes, y al parecer Luke estaba llevando todo bajo control.

—Ya llegó el Grinch.–Bromeó Luke una vez que estuve junto con él detrás del mostrador.

—Bobo.–resoplé mientras colgaba mi bolso y me ponía mi delantal.

Aún cuando yo era la dueña, no me gustaba abusar de mis privilegios y trataba de no faltar. Pero hoy tuve que pedirle a Luke que iniciara el día sin mi, pues me sentía un poco mareada. Él lo entendió y dijo que no tenía problema en que yo llegara en el turno de la tarde. No nos podíamos dar el gusto de estar cerrando el negocio, eran vísperas navideñas. Las fiestas siempre exigen más trabajo, pero dinero es dinero.

—¿Cómo te sientes?, no me vayas a vomitar.

—Bien.–Respondí mientras sujetaba mi cabello en una coleta. Empezaría mi trabajo haciendo cuentas.—¿Qué preparaste hoy?

—Donas navideñas y café de bastones de caramelo. Ya sabes, todo aquí ya huele a navidad.–señaló el estante en donde yacían las rosquillas decoradas con la temática ya mencionada.

—¡Aleluya!.–exclame con alegría. Me encantaba esta época por el café tan especial que preparábamos.—Sírveme un poco, por favor.

—Adicta.–susurró Luke mientras iba por la cafetera.

—Eso no es cierto.

—Siempre te tomas más de 5 tazas de este café.

—Es parte de mi personalidad.–traté de defenderme.—Además, tú ya sabes que siempre espero esta época del año con mucha ilusión por el café que preparas.

—¡Puedes tomarlo en cualquier otra época del año!

—¡No es lo mismo!.–chillé.—En primavera derretí tres de esos bastones enteros en mi café y apenas sentí el sabor. Te lo juro, apenas existía un pequeño regusto a menta.

—Adicta.–volvió a afirmar mientras vertía el líquido en la taza que le extendí ansiosamente, casi chillé de alegria en cuanto depositó la taza en mi mano.—Solo este café tienes permitido, Ana. Recuerda que estás embarazada.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora