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Pov Christian.

El corazón me martillea en el pecho en cuanto la veo. Los labios de Ana esbozan una sonrisa al acercarse. Lleva el pelo recogido en una coleta desenfadada que se mece lentamente gracias a la suave brisa nocturna.

—Siempre tan puntual, señor Grey.

—Buenas noches, señorita Steele.—abro la puerta para que pueda subirse.

Saluda a Taylor y se sienta en la parte trasera del coche. En cuanto estoy a su lado le cojo la mano y se la aprieto con suavidad, mientras Taylor se incorpora en la carretera sin tráfico y se dirige al helipuerto que tengo en el Escala.

—¿A dónde vamos? .– Dijo Ana, no era muy paciente.

—A el Escala.

—¿Esa era tu sorpresa ?.

—Siempre tan impaciente, Ana. Ahí está Charlie Tango esperándonos.- Respondo disfrutando del tacto de su mano en la mía, nuestras manos siguen juntas y espero se quede así todo el camino.

El trayecto es corto. Cuando salimos del coche, vuelvo a cogerla de la mano.

—¿Y Teddy? .— Ana recorría el sitio con la mirada.

—Hoy lo cuidan sus abuelos.

—Los utilizas de niñero, Grey.- Dijo burlándose.

Sé que se esta preguntando dónde está mi helicóptero, así que la guió hacia el helipuerto que adapté. En la azotea, el Charlie Tango está preparado y listo para despegar.

—Buenas noches, aquí tiene su plan de vuelo, señor Grey.— Dice Stephan, que es uno de los encargados de mis helipuertos.—Lo hemos revisado todo. Está listo, señor. Puede despegar cuando quiera.

—Gracias, Stephan.

Le echo un rápido vistazo a Ana porque se me hace raro que se encuentra callada, su rostro me indica que está emocionada. Me gusta este silencio, con ella casi no lo hay, pero aún así este momento no es incómodo.

—Vamos.—dije apretando su mano, que otra vez sigue sin soltar la mía. Caminamos hasta donde se encuentra el Charlie Tango. Le abro la puerta a Ana, que trepa al interior, y la sigo.

—Siéntate. Y no toques nada.—Ordeno viendo cómo se sienta en el lugar del acompañante.

—Si, papá.—Dijo rodando sus ojos, tenía ganas de decirle que me gustaba cuando hace lo que se le dice, pero aflojaría su lengua viperina.

Una vez sentada, examina todo con una mezcla de confusión y entusiasmo. Me inclino hacia ella y la ato con el arnés de seguridad. Me tomo un poco más de tiempo del necesario, porque puede que esta sea mi última oportunidad de estar cerca de ella, estoy nervioso. Cuando ella escuche lo que quiero proponerle, puede que salga huyendo.

Estoy nervioso, llegó la hora: o bien es el inicio de una nueva relación o es el fin de todo, incluida nuestra amistad, las posibilidades que está pensando mi mente hace que me sienta abrumado.

Maldita sea, en este momento me doy cuenta que me costará aceptar su rechazo, me dolerá muchísimo perder su amistad. Ay, Grey, ¿qué te está pasando ?.

—Ya, Christian, estoy segura. No voy a escaparme.—Dijo en cuanto vio que no me movía para nada.

Me entraron ganas de responderle sarcásticamente, pero hoy no estoy pensando correctamente así que mejor me siento y abrocho el arnés.

—Colócate los cascos. —Señalo los auriculares que tiene delante—. Estoy haciendo todas las comprobaciones previas al vuelo.

Todos los mandos parecen funcionar bien. Acciono el acelerador para ponerlo a 1500 rpm, pongo el transpondedor en espera y enciendo la baliza de posición. Todo está preparado y listo para el despegue.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora