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—Por favor, Christian.–supliqué poniendo mi cara como el gato con botas en esa película de Shrek. Esperaba verme igual de adorable.

—No, Anastasia.

—Es de mis fechas favoritas.

—También lo es Navidad.—Atacó Christian y me agradaba pensar que lo había recordado.

—Por favor.–Tenía miedo de que Christian se hartara, pero quería ver hasta donde llegaba su paciencia.

—Anastasia, no voy a disfrazarme.—sonaba decidido. Pero a Anastasia Steele nadie le dice que no.

—Pero es Halloween.–hice un puchero aún cuando el no podía verlo porque toda su atención estaba en su celular. Veníamos en el carro y aún así estaba trabajando por correo.

—No.

—Pero los amigos se disfrazan y van a pedir dulces.—Christian se bajó del carro, ya estábamos en la escuela.

También tuve que bajarme, en mi mente estaba trazando un plan para que Teddy me ayudara a convencer al ogro de su padre. No entendía porque Christian no quería celebrar Halloween, él me pidió que le enseñara a vivir y que le enseñara los colores que la vida nos ofrecía, ¡esa fecha era pura vida!.

—Papi, ¡Ana!.—Teddy llegó hacia nosotros corriendo, se veía chistoso porque su mochila se levantaba con sus pequeños saltitos. Me llamó la atención que traía una hoja en su mano.

—Siempre saludas mejor a Ana.

—¿Celoso,Grey?.–sonreí burlonamente mientras le abría mis brazos a Teddy para que me dejara cargarlo.—Hola enano.

—¿Qué es eso, Theo?.–Christian señaló la hoja que el niño sostenía, después le quitó la mochila al pequeño que estaba en mis brazos.

—Soy yo disfrazado.—Nos mostró el dibujo que había en la hoja.

Un niño con una sábana encima, eso estaba plasmado en forma de dibujo y pues quise interpretarlo como que era Teddy disfrazado de fantasma.

—Que lindo.–felicité al pequeño, estaba sonrojado.—¿De eso te disfrazarás este año?.—Teddy negó con la cabeza.

—Será igual que los otros años.–susurró triste y volteé a ver enojada a Christian. ¿No celebraban Halloween?.

—Explícame esto, Christian.

—Pues mi mamá le pondrá un disfraz para la foto y a lo mejor lo lleva a las casas vecinas para que pida un rato dulces.

—¿Y ya es todo?.—Christian asintió.—¿No lo acompañas?.–Christian negó mientras yo lo veía horrorizada. Que padre mas frío.

—¡Teddy, espera!.—Ya estábamos caminando hacia el coche cuando una voz nos detuvo.—Se te olvidó esto.—Una señorita que portaba el uniforme de los docentes de la escuela se nos acercó mientras le extendía a Teddy una tarjeta de papel.

—Miss Dulce.–saludó el pequeño. Christian y yo los veíamos callados.

—¿Donde están mis modales?.–La maestra se fijó en Christian.—Señor Grey.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora