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—Ana, ya no tomes tanto chocolate caliente. – me regañó Christian mientras colocaba las esferas en nuestro árbol navideño.

—No estoy tomando tanto.– rodé mis ojos mientras le daba otro sorbo a mi taza.

—Ya llevas 5 tazas.– me delató Teddy.

—Traidor.– murmullo.

Estábamos dándole los últimos toques a la decoración del departamento. La música navideña nos hacía compañía para hacer un ambiente más festivo. Gail y Taylor nos veían con una sonrisa en su rostro, pues afirmaban que era la primera vez que se sentía un ambiente cálido y familiar.

Estábamos creando un hogar.

—¡Ya quiero prender las luces!.– chilló Teddy emocionado.

—De noche se verá aún mejor.– prometí emocionándome.— ¿Te falta mucho, Christian?

—Terminaría más rápido si alguno de ustedes me estaba ayudando.– dijo mientras trataba de desenredar el último set de luces navideñas.

—No puedo hacer esfuerzos, estoy embarazada.

—¿Y cuál es tu excusa, enano?.– Christian ya estaba enredando las luces al rededor de nuestro árbol.

—Estoy chiquito.– se quejó mientras se tendía en el suelo conmigo.

—¿Entonces quien pondrá la estrella ?.

—Yo.– Teddy se levantó rápidamente y alzó los brazos para que Christian lo cargara.— Por favor, papá.

—¿Te parece bien si los tres colocamos la estrella y tú prendes las luces del árbol?.– preguntó Christian mientras cargaba a Theo y alzaba la estrella.

Teddy asintió. Christian y mi pequeño voltearon a verme, me estaban esperando. Maldición, no me quiero levantar, estoy cansada y con calambres.

—Okey, hagamos la cuenta regresiva.– dije mientras me paraba a un lado de Christian y los tres juntábamos nuestras manos al rededor de la estrella.

Comenzamos a contar y juntos colocamos la estrella en "la cima". Teddy aplaudió alegremente y su padre depositó un beso en mi mejilla. Definitamente, estábamos dando la navidad por iniciada.

—Es estupido poner el árbol cuando faltan dos días para navidad.– se quejó Christian sentándose en el sofá. Estábamos cansados.

Llevábamos todo el día arreglando el departamento, y cuando terminamos, fuimos a dejar varias cajas a un cuarto que utilizábamos como bodega. Obvio Christian no me dejaba hacer mucho esfuerzo, pero era agotador verlo hacer todo el trabajo.

—Cálmate Grinch, podemos dejar el árbol todo el año que viene.

—Me parece una buena idea.–asintió sonriendo.

—Solo necesitamos que Teddy no lo tire, o que no rompa más esferas.

—Supongo que quitar las decoraciones no será tan divertido como cuando adornamos.

—Se optimista, Grey.– lo miré con una sonrisa divertida.— La diversión está por todas partes, si sabes observar. Pero ya sé que ser divertido no es tu fuerte, no te preocupes.

—¿Me estás diciendo aburrido?.– negué aguantándome la risa.— Yo puedo ser divertido.

—Christian, la vez que fuimos al zoológico te la pasaste con el ceño fruncido.

—¡Una jirafa me lamió toda la mano!.– hizo una mueca de desagrado ante el recuerdo. — ¿Cómo querías que reaccionara?

—A veces debes aprender a reírte hasta de ti mismo.– me encogí de hombros. El reírse de uno mismo era mi filosofía.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora