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—Buenos días, Señorita Steele

—Buenos días, Señor Grey. Amanecimos muy formales el día de hoy.

Le di un vistazo rápido en lo que él se sentaba en un taburete. Hoy lucía un traje gris, como de costumbre. Ya era Lunes y me encontraba haciendo un desayuno especial porque la ocasión lo ameritaba.

—Madrugaste.—Le dije mientras seguía revolviendo la mezcla de los hot cakes.

—Siempre. ¿Estabas despierta?.

—No.—Negué con la cabeza.—Bueno, Algo, Pero escuché ruidos.

—Lo siento, me peleé con un cliente por teléfono, ya sabes, diferentes horarios. Además, suelo despertarme temprano para ir a correr.

—Me gusta correr, pero no sé si lo haría tan temprano.—Regresé a lo mío. Me aseguré de que el sartén estuviera caliente para poner la mezcla y darle forma.

–Supongo que ya me acostumbré.—Se encogió de hombros.–¿Tendrás un día ocupado?.

-Vere algunos detalles con Luke. Se ha estado influenciando de cosas mexicanas y quiere meter pan tradicional. Solo me queda apoyarlo, ver qué cambios se harán en el menú y entrevistar algunos panaderos.—Dije mientras le daba la vuelta a un Hot cake. Christian miró su muñeca para comprobar la hora en su reloj.

—Deja voy a despertar a Teddy.—Se levantó para ir al piso de arriba a buscar al pequeño.

Cuando terminé de hacer los hot cakes, los repartí en 3 platos. Me acerqué a la barra y empecé a acomodar todo, incluyendo vasos, cubiertos y toppings.

—Buenos días, Ana.—Dijo Teddy entrando.

—Hola, pequeño.—Sonreí para después ayudarlo a sentarse.—¿Por qué no tienes uniforme?

—Hoy arreglaremos todos los detalles que faltan.—Respondió Christian mientras se sentaba junto a su hijo.

—Está delicioso, Ana.—Dijo Teddy mientras masticaba su hot cake.—Me alegro de que estés aquí.

—Theo Grey, no se habla con la boca llena.—Habló Christian dándole una mirada paternal para después darle un sorbo a su café.

—Estoy en mi área, enano. Además, hoy es un gran día, merecías un desayuno especial.—Comencé a partir mi panqueque, pero le di un vistazo al reloj que estaba en la pared.—Tengo que darme prisa para irme.

—No puedes irte, tienes que acompañarme.—Teddy hizo un puchero.—Quiero que estes ahí.

—Yo creo que Anastasia ya hizo demasiado, Theodore.—respondió Christian.

—Enano, algún día te dire que no. Pero hoy no será el día.—Sonreí al ver que en la cara de Teddy ya no había tristeza.—Puedo llegar tarde a trabajar.

[....]

—No quiero bajar, no lo haré.–Teddy se sujetó más a su asiento y se aferró al cinturón.

—Theo, tienes que entrar.—Dijo Christian mientras veía su reloj. No era broma, estaba obsesionado con el control.

En realidad era una situación divertida. Taylor estaba al volante mientras nos veía por el retrovisor. Teddy iba en el medio de Christian y yo.

—Hey, dime, ¿qué pasa?.—Le agarré su manita para tranquilizarlo.—Esta mañana estabas tranquilo, hasta se me hizo raro que no estuvieras nervioso.

—Tengo miedo.—dijo con su voz chillante. Christian estaba a punto de hablar pero no encontraba las palabras, decidí meterme, tal vez era cierto y me estaba tomando atribuciones que no me correspondían.—Ana, ¿y si no le agrado a nadie?.

—Oh, Teddy.—Quité nuestros cinturones para poderlo abrazar.—Escúchame bien, enano. Eres adorable, es imposible no quererte, ¿cómo no les vas a agradar?.

—Theo.—Habló Christian mientras ponía su brazo en el hombro del pequeño.—Hoy será un gran día, estoy orgulloso de ti.—Sonrió.—Tú puedes.

—Yo puedo.—Sonrió Teddy. Todos nos bajamos del coche, incluso Taylor.

—Chicos, yo aquí los dejo. Luke entrará en pánico si llego más tarde

—Ana, deja que Taylor te lleve.

—No hace falta, Christian. Puedo tomar un taxi.—Le di una sonrisa tímida, pero él me respondió con una mirada amenazante que hizo que sujetara con fuerza mi bolso.—¿Sabes qué?, mejor que Taylor me lleve, será mas rápido.

Christian y Teddy caminaron hacia la entrada. No sin antes decirle a Taylor que el lugar era seguro para que estuviera tranquilo y pudiera llevarme.

—¡Que tengas un gran día!.—Grité provocando algunas miradas.

Ese bebé adicto a las galletas al fin empezaría a vivir. No puede ser, que rápido crecen

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora