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—Es una lástima que no podamos disfrutar la playa.–Kate estaba a mi lado mientras veíamos como Luke y Teddy jugaban en la arena con una pelota. Christian y Elliot platicaban de sus cosas con una cerveza en mano. Mía se fue hoy por la mañana porque tenía un asunto pendiente en su restaurante.

Era nuestro último día, y lo habíamos desperdiciado durmiendo hasta tarde, nada más nos levantamos para almorzar y de ahí seguimos holgazaneando.

—Me gusta el clima.–sonreí mientras veía a Christian, me gustaba cuando sonreía y sus ojos se hacían pequeños.

—Y la vista.–Kate bromeó mientras me daba un amistoso empujón.—Te ves bien, Ana. Te ves diferente.

—Así que...–intenté cambiar el tema.—¿Tú y Elliot?.

—Es raro, nunca imaginé verme seriamente con alguien.–Kate seguía sonriendo.—Creo que es hora de establecerme.

—Me da gusto por ti, Kate.–Sonreí. Ella era feliz, y cuando tú mejor amiga es feliz, tú también lo eres.

—¿Y cómo van las cosas con Christian?, yo los veo muy felices. Elliot no deja de decir que le encanta la nueva versión de su hermano.

—Oh.–pestañeé rápidamente.—Las cosas van bien, ¿sabes?.

—¿Y por qué no aceptaste su oferta de mudarte con él?.–volteé a verla con la boca abierta por la sorpresa, yo no le había dicho eso.—Luke me lo dijo.–adivinó mis pensamientos.

—Es un bocón.–gruñí.—No sé, no quiero ir muy rápido.

—Ana, tienes que dejar atrás todas tus dudas. Los dos se quieren, y yo los veo muy serios.–fruncí el ceño.

—Siempre quise volver a observar un atardecer en la playa.–volví a cambiar el tema.—¿Te acuerdas de nuestra adolescencia?.

—Si.–Kate sonrió.—Pero no me cambies el tema.–Me sacó la lengua infantilmente.–Hey, ¿crees que Christian nos preste el carro?, hoy haremos una fogata y necesitamos ir por algunas cosas.

—¿Te llevarás a Luke?.–Kate asintió.—Entonces es posible que le suelte las llaves a Elliot.–ambas reímos. Los ojos de Kate brillaban al ver hacia donde estaba su novio.

Me ruborice cuando también volteé hacia donde estaba Christian y me encontré con su mirada. Él jamás podrá imaginar lo feliz que me hace cuando mis ojos lo buscan y lo encuentro mirándome.

—¿Recuerdas que cuándo éramos adolescentes solías decir que querías a alguien que te admirara como tú admirabas los atardeceres?.–asentí mientras Kate me empujaba.—Ahí lo tienes, Ana. Lo encontraste. Ve con tu hombre.

 Ve con tu hombre

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