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—¡Tío tay!.—Teddy levantó sus brazos en señal de que quería ser cargado.

—Pequeño, ¿sabes el susto que nos llevamos?.

Anastasia ayudó a Teddy para que pudiera bajarse, ella miraba con desconfianza al señor, pero se relajó cuando veía en la cara de Teddy que parecía conocerlo.

—Tú papá estaba como loco, creo que ya asustó a toda tu familia.—La persona que al parecer se llamaba Taylor se fijó en Ana.

—Disculpe, creo que Teddy necesita dar una explicación.—Ana miró fijamente al pequeño para que hablara, pero él solo se veía apenado.

Ana le explica a Taylor lo que Teddy le había contado, un nudo se hizo en su garganta cuando le contó lo del auto, como se conocieron. Taylor estaba enojado, le contó a Ana la versión de la niñera.

—En cuanto el padre se entere va a querer demandar a esa mujer y ciertamente se merece mas que eso. Señorita, tengo que darle las gracias por salvar y cuidar a este diablillo. Déjeme pagarle lo que consumió.—Taylor saco su billetera pero Anastasia lo detuvo.

—Créame, no es nada, por favor no se moleste.- Anastasia agarró una bolsa y echó galletas para que Teddy se llevara.

—Diez, pequeño. Disfrútalas, y no te olvides de compartir, no te las comas todas porque te dolerá la panza.—Teddy corrió a abrazar a Anastasia, ella se sorprendió al sentirse triste porque el pequeño se iría, no tenían mucho rato conociéndose.

—No me quiero ir, me quiero quedar un ratito más.—Teddy hizo un puchero, las lágrimas ya bajaban por sus mejillas.

—Oh, Teddy, no llores.—Ana le limpió sus lagrimas con mucho cuidado.—Puedes venir y visitarme cuando quieras.

Ana abrazó un poco más a Teddy, Taylor le dio las gracias una vez más para después marcharse, se iban en un carro negro.

—Cielos mujer, creo que necesitas un perro.— El comentario de Luke hizo que se riera, pero la puso a pensar, ¿por qué se sentía tan vacía?

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Pov Christian:

Me encuentro llegando a el Escala, Taylor me acababa de avisar que ya venia en camino con mi hijo. ¿Cómo pude contratar a esa niñera tan irresponsable ?, estaba tan desesperado buscando quien se quedara con Teddy que ni me molesté en investigarla o ponerla a prueba. Teddy era muy inquieto, es un buen niño, podía apostar que tenía el carácter de su "mamá" y el mío.

No vayas por ahí, Grey.

Escuché como las puertas del ascensor se abrieron, vi a mi hijo correr hacia mi, ahí fue cuando me tranquilicé.

—Papi.–Teddy me abrazó, él tenía permitido tocarme, aunque al principio fue un poco difícil.

—Theodore Grey, no quiero que vuelvas a hacer eso. Ninguna niñera te dura, y no se si es para que te cumpla el capricho de que te cuide tu abuela.

—No quise hacerlo.—Dijo Teddy con su vocabulario de niño. Casi nunca regañaba a mi hijo, pero estaba muy preocupado.—Yo solo tenía hambre.

¿Hambre ?, ¿Mi hijo sintió hambre ?, eso fue un golpe a mi corazón. Desde que su madre me lo dejó cuando tenía meses me prometí protegerlo, cuidarlo de las sombras. Él no pasaría lo que yo.

Taylor me explicó la versión de la niñera, obvio la despediría y estaba pensando seriamente en demandarla. Luego me contó como encontró a Teddy, también me dijo con quién. Me puso al tanto de todas las versiones de este incidente.

—Taylor, quiero que busques a otra niñera, también vamos a demandar a Nadia, puso en peligro a mi hijo y violó el contrato.—Taylor asintió para después desaparecer, tenía que ir a cumplir con lo que le ordené.

—¿Qué tienes ahí, Theo?.–Bajé a mi hijo de mis brazos, vi que sostenía con fuerza una bolsa de papel, olía muy bien.

—Galletas, papi.–Teddy me dio una sonrisa, después abrió la bolsa.—¿Quieres?.

—Primero deberíamos comer, si te portas bien te las daré de postre.—Teddy me hizo una mueca.–¿De dónde las sacaste?, ¿las compró Taylor?.–Me entró pánico de solo pensar que un extraño se las había dado.

—Ella me las dio, creo que su nombre era Ana.- Dijo mi pequeño muy pensativo.— Tenía miedo papi, pero ella estaba ahí, como un ángel.

—¿Un ángel?.

—Si, papi. Un ángel con unos ojos muy bonitos, como los que tiene en la pared abu Grace.

—Esos son retratos, arte, Teddy.—Mi pequeño era muy listo, y a mi me encantaba enseñarle.– Oye, pequeño. Vamos a comer, te llevaré más tarde a casa de tu Abu Grace, esta muy preocupada al igual que Mia.

—¿Y podremos comer de las galletas?.

—Claro, pero no le digas a Gail.—Le sonreí a mi hijo.

Somos chocolateDonde viven las historias. Descúbrelo ahora