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Entre la visión borrosa de sus dedos temblorosos sobre el teclado del piano, la infantil voz intervino sus pensamientos manchados con gotas carmín sobre sus ojos. Al alzar la vista lo primero en entrar a su visión fueron esos ojos verdes claros que lo miraban con expectación, tan llenos de curiosidad, llegando hasta cierto punto a una pizca de admiración.

¿Qué es o que esos ojos risueños podían ver en admirable en un pequeño doncel cómo él? Esa misma mañana sus ropas se tiñeron de sangre, sus manos arrebataron la luz de la vida de una persona, que había admirable en alguien tan despreciable como él.

-¿Cómo entraste aquí?-reprimiendo el llanto desesperado que tanto quería deslizarse por sus ojos, buscando una salida para calmar su ansiedad y cobijar su dolor interno, emitió palabras duras.

El llanto no estaba permitido en casa, su padre no soportaba verlo llorar. Decía que esas gotas transparentes evidenciaban su debilidad y la debilidad en un pase directo a la tumba, donde reposaba su madre.

Miedo, angustia, temor, todos esos sentimientos debían ser suprimidos, así como también los de alegría y júbilo. Para ser el siguiente al mando de la familia Min todos sus pensamientos debían ser fríos, calculadores y llenos de control y al ser un doncel debía esforzarse el doble para ser aceptado, respetado, temido.

-Vengo de la granja de al lado, hay todo un camino por el que puedo escabullirme hasta llegar aquí.

-¿Nadie te vio entrar?

-Hasta ahora no me han atrapado, ¿por qué hay tanta seguridad?, es como si tuvieran un tesoro escondido aquí dentro.

-Puede ser que haya uno-contestó Yoongi al levantarse caminando en dirección del niño rubio de ojos verdes escondido en medio de las ramas de los arbustos ubicados en grandes jarrones en el exterior de su estudio-no vuelvas a entrar a escondidas.

-¿Por qué?

-Es peligroso que estés aquí dentro, sal y no vuelvas.

-Ya he entrado muchas veces y no me han atrapado.

-Tú no entiendes.

-¿Cómo te llamas?-por más que Yoongi intentó hacer que ese niño se fuera, no lo escuchaba y además se atrevió a salir de su escondite y entró a su estudio observando todo a su alrededor como un pajarillo curioso, moviendo la cabeza de un lado al otro.

-Dime primero tu nombre y luego te diré el mío.

-Eso no es justo, yo pregunté primero.

-La vida no es justa-al verlo de cerca el niño parecía ser menor, su ropa estaba levemente manchada con tierra, las rodillas de su pantalón negro estaban algo rotas y su chaqueta de cuadros amarilla tenía rastros de hojas aplastadas por doquier, hasta había una pequeña ramita de arbusto en su cabello.

-Puedes decirme Chim-tan fácilmente el niño dijo respondió que lo sorprendió, estaba tan acostumbrado a ir con cuidado que nunca pensó que tendría una conversación tan sin sentido como esa- mi abuela me llama así porque dice que me parezco a su gato,ahora es tu turno.

-Mi nana me dice Suga.

-¿Por qué te pareces al azúcar? Pero no pareces ser muy dulce.

-No soy dulce-bajo la atenta mirada de Chim, Yoongi se vió a sí mismo ser estudiado de pies a cabeza.

Por su parte Jimin estaba observando al doncel que tanta curiosidad había despertado desde el primer día que lo vio. Jamás olvidaría esa mañana, primero porque era el primer día de vacaciones de la escuela y segundo porque era la primera vez en que iba de viaje a casa de la abuela completamente solo sin su hermano mayor y tercero y último, por el doncel que vio cuando su padre lo fue a dejar a casa de su abuela. Un auto con vidrios polarizados pasó a un lado del auto en el que iba y cuando estaban llegando a casa de la abuela, un pequeño instante bastó para que lo pudiera ver. La ventanilla de esa camioneta bajó y lo primeroque pudo ver fue el cabello negro de un niño, pero a ver su rostro de facciones finas supo que se trataba de un doncel. Ya había visto donceles en su escuela pero no había conocido a uno con un rostro tan angelical como ese, parecía un príncipe.

Desde ese día había tenido curiosidad por el doncel, llegando al punto en el que le preguntó a su padre y a su abuela pero ninguno de ellos sabía nada, luego lo olvidó por unos días, hasta que una tarde en la que persiguiendo un pequeño conejo por el bosque pudo escuchar una melodía proveniente de una enorme casa al otro lado del muro que separaba la propiedad de su abuela , siguiendo aquella melodía se escabulló por un ahujero en la pared y luego escondiéndose de los hombres que caminaban de un lado al otro vestidos de traje elegante y gafas, entró hasta llegar a unas puertas dobles.

Frente a un hermoso piano el doncel que vio días atrás tocaba las teclas del con una elegancia que solo había visto en príncipes en la pantalla de su televisor y la música que emanaba de ese enorme instrumento lo llenó de alegría, aunque había cierta pizca de tristeza en ella, luego de esa tarde volvió una y otra vez para escucharlo tocar el piano.

Y ahora teniendo al doncel frente a sus ojos, no podía dejar de verlo, su cabello era tan brillante parecía ser sedoso y suave al tacto, alguna vez intentaría tocarlo para saber si era tan suave como parecía. Su camisa blanca con empuñaduras de encaje con listones negros alrededor de cuello y mangas lo hacía ver como un muñeco de porcelana, el pantalón negro que llegaba hasta más abajo de las rodillas junto con los zapatos de charol negros y medias altas del mismo color completaba la visión de un muñeco pero su voz dura decía todo lo contrario.

-¿Cuántos años tienes?-preguntó Jimin al doncel que era un poco más alto que él.

-Tengo diez.

-Yo tengo ocho.

-¿Puedes dejar de rodearme?-pidió Yoongi sintiéndose analizado profundamente-pareces un ave de carroña.

-¿Qué es un ave de carroña?-preguntó curioso ladeando su cabeza a un lado juntando levemente sus cejas.

-Las aves que comen carne muerta, se llaman buitres y siempre vuelan alrededor de su presa antes de comer.

-Oye yo no quiero comerte-refunfuñó Chim dejando de mirarlo para luego caminar hasta el piano-nunca había visto un piano de verdad tan cerca. -¿Puedes tocarlo?

-No estoy de humor ahora.

-¿Por favor?-esa mirada suplicante y las manos juntas frente a su rostro pidiendo que tocase hizo que Yoongi emitiera una ligera sonrisa, nadie antes le había suplicado de esa manera para que tocara el piano, normalmente los niños de su escuela eran tan engreídos como él y nunca suplicaban por nada, en realidad nunca pedían algo amablemente, exigían.

-Una canción-concedió sentándose a un lado de Chim para empezar a tocar el piano.

El sonido de pronto llenó el estudio cuando el pequeño doncel empezó a tocar las teclas del piano, esta vez la melodía que emana del enorme instrumento no era triste, la tonalidad que debía tener la música era la adecuada, llena de alegría en tanto los rayos del sol en el exterior calentaba cada parte de suelo que tocaba, esa calidez fue llevada al interior del estudio por la suave brisa que de vez en cuando movía las ramas de los arbustos en el exterior.

Por ese ínfimo instante que tan pronto terminó como llegó permitió a Yoongi olvidar lo que había sucedido esa mañana, sus manos dejando de temblar entonaron la más alegre y hermosa melodía que jamás creyó poder emitir con sus propios dedos. El niño a un lado suyo movía su cabeza de un lado al otro mientras una extensa sonrisa en sus labios brillaba más intensamente que los rayos del sol en el cielo, su presencia había terminado con el helado ambiente tanto de la habitación como el helado invierno que se apropió de su corazón.

-Chim...ya es tarde deberías volver a tu hogar-dijo Suga terminando con la música.

-Supongo que mi abuela debe estar buscándome-apoyó Chim con un suspiro-o debe estar buscando al gato, me voy.

Y así tan rápido como entró, ese niño se fue entrando por los arbustos, escabulléndose como un ratón dejando a Yoongi con la esperanza de volverlo a ver nuevamente, esperando que su presencia llegará acompañada con esa calidez que cobijó su mente por un momento. 

MELODÍA A MEDIA NOCHE (Jimsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora