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Desde esa noche jamás pensó volver a ver ese rostro y fue toda una ironía volver a ver esa expresión furiosa por primera vez en años, la misma que observó la última vez. No entendía cómo es que su pequeño Chim quien conoció una tarde calurosa de verano seguía con vida si él mismo lo vio morir pero eso no importaba en ese momento, ya lo investigaría después y cualquiera quien fue responsable de haberlo alejado de él iba a conocer el más puro dolor en su máxima expresión.

Al abrir su armario observó con alegría cada prenda de ropa que poseía, ninguna era adecuada para lo que tenía planeado, debía ir de compras.

Con pasos lentos fue al fondo de la habitación pasó frente a los estantes repletos de prendas, zapatos y accesorios que, aunque valían mucho dinero nada de ello se comparaba con lo que tenía tras un cristal. Esa camisa a cuadros color amarilla con blanco y negro sobresalía, esa prenda vieja de una tela barata era lo más valioso de ese lugar. Con cuidado abrió el cristal con la ayuda de su huella dactilar, acarició suavemente la camisa que a veces hacía de chaqueta, la textura no había cambiado, el aroma que tenía Chim ya no estaba pero era suya. La camisa era tan chiquita, tan linda y llena de tantos recuerdos.

A menudo evitaba pensar en esos días que lastimaban su corazón más que nada en el mundo pero ahora se permitió hacerlo.

Las nubes pasaban lentamente en el cielo, el calor del ambiente era tenaz y el aire acondicionado totalmente fuerte mantenía helada la casa. Yoongi a sus diez años ya había aprendido a tocar el violín, el flautín, la viola y ahora estaba aprendiendo a tocar el piano, la música fue siempre su refugio para todo lo que pasaba a su alrededor, la música fluyendo desde su cuerpo hasta traspasar al instrumento lo llevaba a un mundo donde no había nada más que las notas musicales cobrando vida entre sus dedos, dedos que hasta ahora aún se mantenían temblorosas.

La noche anterior mientras comía la merienda un grito proveniente de la cocina lo hizo levantarse e ir a ver qué le pasaba a su nana Sunmi, alguien muy cariñosa y amable pero que sucumbía ante una minúscula cucaracha. Al llegar observó a un hombre queriendo atacar a su nana con un cuchillo mientras a su lado los guardaespaldas de su padre entraban corriendo para atrapar al intruso quien no era nadie más que el nuevo chofer.

Cuando el chofer vio a Yoongi trató de zafar su cuerpo de los guardaespaldas y tratar de llegar a él pero fue derribado al suelo con los brazos en la espalda y el rostro presionado sobre los azulejos.

Yoongi creyó que esa era la última vez que vería a ese hombre pero estaba equivocado. A la mañana siguiente fue levantado por su nana como siempre pero su expresión no era la misma de siempre, estaba aterrada y lo abrazó con fuerza sin querer soltarlo.

-Yoonie...sin importar lo que pase esta mañana no debes de olvidar quien eres.

-Sé quien soy nana...Mi nombre es Min Yoongi único heredero de las empresas Min.

-No, no, no, a más de eso debes de recordar que eres alguien amable, cálido, alguien que valora toda vida, hasta la más pequeña.

En ese momento Yoongi no entendió a qué se refería su nana Sunmi pero luego lo supo cuando su padre lo mandó a llamar al salón principal, donde se realizaban las fiestas de personas importantes y a las que su padre lo obligaba a asistir. Los guardaespaldas de su padre con trajes elegantes como siempre estaban vestidos estaban bien ubicados alrededor del hombre que atacó a su nana la noche anterior.

Sus manos atadas tras su espalda no lo dejaban mover, sus pies también atados con cadenas lo mantenían arrodillado frente a su padre, una mordaza impedía que hablara y una venda sobre sus ojos tapaba su visión.

-Ven aquí mi niño-llamó su padre con voz ronca.

Su padre mantenía ese porte de hombre de negocios, autoritario que en ocasiones daba temor pero en ese momento no estaba, frente a Yoongi se encontraba un hombre de mirada fría, voz dura, su altura daba una sensación de miedo y su sonrisa lejos de ser cálida era aterradora. Sunmi a su espalda presionó sus hombros levemente mostrándole que estaba acompañándolo y luego lo soltó, para después darle un leve empujón instando a sus pies a avanzar.

-Este hombre trató de hacerte daño, traicionó tu confianza, la mía, intentó matar a tu nana, si tu querida nana no hubiera gritado ahora mismo estaría muerta-habló su padre cerca de su oído-¿qué deberíamos hacer con él mi niño?

-Enviarlo lejos-respondió Yoongi con un nudo en la garganta.

-Podría volver.

-Yo...yo no sé padre.

-Un traidor, nunca deja de ser un traidor, si le das la espalda va a volver queriendo degollar tu cuello...ahora mi niño te pregunto nuevamente, ¿qué deberíamos hacer con él?

Yoongi quedó petrificado al escuchar nuevamente esa pregunta, en realidad no sabía cuál era la respuesta correcta y no quería equivocarse nuevamente. Pasaron los minutos y la venda que ocultaba los ojos de ese hombre empezó a gotear, solo cuando el mármol fue manchado con gotas de sangre Yoongi pudo percatarse de que estaba herido.

-Y te daré la respuesta correcta mi niño-contestó su padre caminando en dirección de ese hombre para quitar de un tirón la venda de sus ojos-le quitamos los ojos para que no pueda ver, le quitamos la voluntad de vivir-alargó la mano a uno de los guardaespaldas tomando un tubo de acero golpeando las piernas del hombre una y otra vez hasta hacer que los huesos de las piernas se hicieron mil pedazos, los gemidos aumentaron de volumen lastimando los oídos de Yoongi retrocedía hasta golpear con un guardaespaldas, quien tomó sus hombros y lo obligó a avanzar hasta donde estaba.

Yoongi mantenía sus ojos bien abiertos a pesar de querer cerrarlos, sus piernas temblaban y el olor a sangre picaba su nariz y quería hacer que vomitara lo que tenía en el estómago. Su cuerpo temblaba de pies a cabeza totalmente horrorizado al ver lo que su padre estaba haciendo con ese hombre.

-Esto es lo que hacemos con los traidores, con nuestros enemigos, a todos los reducimos a una masas sangrienta sobre el suelo suplicantes de muerte, embriagando su cuerpo de dolor, dando así una lección para todos y cada uno que quiera hacernos daño. Eres fuerte mi niño, eres mi hijo, mi heredero, el próximo Min que llevará este reino a la cumbre-todo lo dicho por su padre fue dicho con convicción, con una severidad que Yoongi no pudo decir no-ahora mi niño debes terminar con el trabajo.

Su padre cubierto de sangre en el pecho avanzó en su dirección con una pistola en sus manos extendiendo ese artefacto de muerte en su dirección. Sin tener control de su propio cuerpo la tomó con sus manos temblorosas, su pies avanzaron junto a los de su padre y justo de frente lo ayudó a apuntar el cañón a su cabeza.

-Este hombre vino para matarte mi niño o a llevarte lejos, si no lo hubiera atrapado serías tú el que estuviera ocupando su lugar sobre un charco de sangre, suplicando por la muerte, si no es él, eres tú.

Con respiración entrecortada y con su cuerpo lleno de temor por las palabras de su padre, Yoongi apretó el gatillo, al mismo tiempo que sus ojos se cerraron y la sangre salpicó una de sus mejillas.

El persistente sonido de la pistola al disparar y de la sangre al salpicar no abandonó su cabeza durante las siguientes horas y el temblor de sus manos no dejaban que pudiera tocar el piano correctamente, al no deshacerse de esos sonidos tocó con fuerza todas las teclas que sus manos permitieron alcanzar y quedó estático respirando el frío aire del aire acondicionado.

-No eras tan malo-luego la voz fina de un niño cerca de la puerta doble que conectaba con su jardín trasero lo sacó de su trance y al alzar el rostro observó un par de ojos verdes brillantes y una sonrisa en unos labios gruesos y sonrosados. 

MELODÍA A MEDIA NOCHE (Jimsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora