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Suga miró a Chim derrumbarse frente a él, no recordaba mucho de ese verano más que la soledad y la tristeza que embargó a su amigo el resto de las vacaciones, así pasaron mucho tiempo, en silencio, bajo los árboles, paseando en la propiedad de la abuela de Chim, tocando el piano y viendo las estrellas.

Después de tantos años Chim aprendió a tocar el piano, se mantuvo concentrado como si quisiera mantener su mente ocupada. A veces lloraba, a veces se mantenía en silencio mirando el cielo y de sus ojos una lágrima solitaria bajaba por su mejilla hasta convertirse en un sollozo.

El último día, uno caluroso en el que el viento movía las hojas de los arbustos y árboles, Chim habló de lo que pasó con su hermano, cuánto le había dolido que ya no estuviera, lo destrozado que estaba y lo preocupado que se mantenía por su padre.

-No sé qué va a pasar ahora, tengo miedo Suga...no sé si puedo volver a casa.

-Lo harás bien, eres fuerte-dijo Suga tratando de no decir lo que en verdad quiso.

La muerte continuamente llegaba a todas partes, el mundo no se detenía por que alguien muriera, el tiempo seguía pasando sin detenerse. El que alguien ya no estuviera no representaba absolutamente nada, solo quedaba el recuerdo de esa persona, el dolor de su memoria que poco a poco iba desapareciendo hasta que solo fuera una incómoda sensación, esos eran sus pensamientos sin saber que en el futuro el dolor por la pérdida no desaparecería de su corazón.

El verano siguiente, en la misma fecha de todos los años Jimin volvió a aparecer, esta vez con una sonrisa deslumbrante en su rostro, ya no tan decaído como cuando se fue. Había superado la muerte de su hermano mayor y el divorcio de sus padres, se había mudado de su casa y ahora vivía en un departamento con su padre en un edificio enorme o eso es lo que dijo.

Su padre siguió como antes, lleno de trabajo y desvelándose continuamente, nunca hablaron a que se dedicaban sus familias pero eso no era importante para ninguno de los dos. Por ese periodo de tiempo solo querían estar juntos, deambular por ahí y pasar el rato observando las nubes, escuchando música y por las noches apreciando las estrellas.

-Feliz Cumpleaños-habló repentinamente Jimin desde el suelo donde estaba tomando asiento a un lado de la cama recostando su espalda en la pared.

-Fue hace una semana.

-Lo siento, quise venir antes pero papá tenía una investigación importante y no me dejó venir solo.

-¿Cómo podrías venir solo? Chim tienes 12, eres muy joven para viajar solo.

-Y tu eres un anciano de 15 años...ten, lo hice para ti-entonces se levantó extendiendo un collar en dirección a Suga que lo miró con una expresión extraña en su rostro.

-¿Hiciste esto?-luego de un minuto en el que Suga se mantuvo silencio sonrió tomando la pulsera, provocando que el corazón de Chim vuelva a latir con tranquilidad.

Esa era la primera vez que le daba un obsequio a Suga y no estaba seguro de si le gustaría, la pulsera lo hizo él mismo con un cordel de cuero y un dije en forma de un pequeño piano dorado, no era algo tan caro como Suga solía usar, pero esperaba que fuera suficiente como para que lo usara de vez en cuando.

-Es muy hermoso, lo usaré todos los días, lo prometo-de inmediato Suga puso la pulsera alrededor de su muñeca.

Sus manos temblorosas apenas pudieron hacer un nudo con la cuerda de cuero pero lo hizo, luego alzó la mano observando el dije con atención. La luz de la lámpara iluminó el metal del dije, la luz titilante dorada que emitía era hermosa al igual que el cabello de Jimin cuando la luz del sol estaba sobre él.

-Ya es tarde, tengo que regresar a casa.

-Quédate un poco más.

-Me quedaré si tocas una canción.

-Una y luego te irás.

-¿Recuerdas esta canción?-preguntó Suga mientras tocaba la canción Bach minuet en sol mayor que resonaba por todas partes, una melodía que gracias al músico podía ser alegre o triste, un don que al parecer solo tenía ese doncel de piel suave como la seda, de ojos negros como la noche y labios sonrosados como las fresas. Jimin lo miró con atención sonriendo al recordar ese cuento de hadas cuya protagonista tenía mucha similitud con Suga.

-Su piel es tan blanca como la nieve, su cabello es negro como el carbón y sus labios tan rojos como la sangre.

-¿Por qué me interrumpes de esa manera? ¿De quién hablas?

-De Blancanieves.

-Tu cuento favorito.

-Es mi cuento favorito porque la princesa se parece a ti.

-Ya te dije que no soy una princesa-refunfuñó Suga dejando de tocar las teclas del piano.

-Pero te pareces a ella. Eres el doncel más lindo de toda esta tierra...bueno ahora si me voy.

-Espera...-Suga tomó su brazo con la intención de no soltarlo-quiero leer ese cuento.

-¿No lo has leído?-el asombro en la voz de Chim no se hizo esperar al escuchar algo como eso.

-Solo sé lo que tú me has contado, quiero leerlo.

-El cuento está en la habitación que uso en la casa de mi abuela, mañana te lo traigo.

-Quiero ir.

-¿A dónde?

-A la casa de tu abuela...yo quiero ir, nunca he visto tu habitación.

-Ok, ven conmigo.

Suga no podía ver por la falta de luz que cada vez era más escasa pero Chim parecía un gato que podía ver en la oscuridad, ahora entendía porque su abuela lo confundía con su gato. Dormía mucho, le gustaba comer pescado y tomar leche, también le encantaba retozar en la hierba y escalar árboles. Al comparar a Jimin como un gato Suga no puedo evitar reír a carcajadas mientras corría tras Chim, quien no dejó de tomar su mano donde tenía puesta la pulsera que le dio de regalo mientras avanzaban por el bosque. El dije en forma de piano se movía de un lado al otro por el movimiento, a veces el metal brillaba y también podía sentir el frío cuando rozaba su piel, tan diferente de la calidez que emitía la suave palma de Chim contra la suya.

La maleza haciendo ruido cada que daban un paso al frente resonaba en los oídos de Suga, ese sonido que se mezclaba con el ruido de los grillos y el croar de los sapos que escondidos en alguna parte emitían su cantar en la noche, todo esos sonidos en conjunto con el aroma de los árboles y el frío aire que entraba profundo en sus pulmones y congelaban su nariz fue posiblemente la experiencia más hermosa de toda su vida. No quería que terminara, si existiera la manera de hacer que ambos se quedaran en ese lapso de tiempo sería perfecto.

Suga quería seguir corriendo tras Chim, quería sentir el calor de su mano, escuchar sus pasos sobre la hierba, percibir el aire frío que envolvía su cuerpo pero que no penetraba congelando su ser. Si tan solo pudiera hallar la manera de quedarse ahí en medio de ese bosque en la oscuridad...

-Llegamos-la voz de Chim lo sacaron de su deseo en el fondo de su mente.

Al alzar la vista observó una antigua casa de dos pisos, estaba un poco desgastada pero parecía que estaban haciendo reparaciones por lo que una parte estaba con pintura nueva y la otra parte llena de manchas.

-Ahora haz silencio y sígueme, mi abuela piensa que estoy en mi habitación o seguramente me confundió con el gato otra vez y cree que estoy durmiendo en el sofá.

-Tu abuela es extraña.

-La abuela.... Es tan extraña como yo o eso dice mi papá.

Con cuidado ambos subieron por una escalera hasta la habitación de Chim, en tanto en la parte delantera un par de autos estaban llegando.

MELODÍA A MEDIA NOCHE (Jimsu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora