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Siempre me habían gustado los festivales escolares. Daba igual si eran de ocio, de aniversarios del propio centro escolar, de deportes que yo no podía practicar..., siempre me emocionaban. Me gustaba pensar que mi personalidad era alegre y risueña, yo era una persona muy interactiva y extrovertida, y las congregaciones de gente me entusiasmaban. Así que, en el festival de deportes, yo me sentía en mi salsa, se me contagiaba el espíritu deportivo de los demás, los nervios antes de una carrera de Yeri, de un partido de tenis de Hobi o de una partida de ajedrez (sí, de ajedrez) de Taehyung. Aunque este año, mi amigo también se había apuntado al club de tenis, por lo que la emoción se multiplicaba por dos.

Yo era la animadora del grupo. No me perdía ni una de las carreras o partidos de mis amigos. Siempre estaba ahí, en primera fila, haciendo de apoyo moral. Y si alguien los insultaba, les defendía con uñas y dientes. De hecho, el año anterior, cuando Taehyung quedó segundo en el torneo de ajedrez, el imbécil que le ganó le dijo que se dedicara a modelar, que el ajedrez no era lo suyo. Tenía envidia porque alguien más guapo que él había estado a punto de ganarle, y se lo dije; que Taehyung no tenía la culpa de que él fuera tan feo. Todos se rieron por ese comentario, pero hasta la fecha yo seguía sin enorgullecerme de él. No me gustaba meterme con el físico de los demás, ¿pero qué podía hacer? Se lo había ganado a pulso.

Andaba a toda velocidad por los pasillos del instituto, cruzándome con todos los estudiantes enfundados en sus uniformes de educación física. Yo también lo llevaba aunque no fuera a participar en ninguna competición o deporte, porque eran las normas. Y la verdad era que aquel chándal azul y negro era aceptable. Me gustaba mucho más que el uniforme diario. Y también pensaba que me quedaba mejor. Le favorecía a todo el mundo, sobre todo a los chicos. Lo cual me llevó a pensar rápidamente en una cosa. ¿Cómo le quedaría a Park Jimin? Por unas cosas o por otras, aún no le había visto con él. Seguro que la imagen no tenía desperdicio.

—¿A dónde vas con tanta prisa? —me preguntó Yeri, que apareció en mi campo de visión tras doblar una esquina.

—A buscarte, quería enseñarte una cosa antes de tu carrera —le dije, sacándome las pequeñas pancartas que había creado el día anterior de debajo del brazo—. Mira, ¿te gusta?

—¿El qué? ¿Mi nombre rodeado de corazones de purpurina? —Asentí enérgicamente, orgullosa de mi obra—. No me gusta, ¡me encanta!

—También he hecho una con el de Tae, y con el de Hobi. En esta pone Jiminie, y en esta...

—Koko —me interrumpió ella, sin darme tiempo a enseñarle la pancarta en cuestión como había hecho con todas las demás.

—Koko —completé de igual forma, como si no lo hubiera dicho por mí—. ¡No me interrumpas, sabes que me da TOC!

—Perdón, es que sabía que también habías hecho una para él y me ha salido solo. ¿Qué crees que dirá cuando lo vea? Me lo imagino cogiendo la pancarta y estampándola contra la pared.

—Bueno, me gusta más esa versión que la que yo había imaginado. En la mía era yo la que acababa estampada contra la pared.

—¿Te refieres a... románticamente? Imagínate que ve la pancarta con su nombre y le parece tan adorable que te coge con sus fuertes brazos y te carga hasta que tu espalda choca contra la pared, donde te besa agresivamente...

—Yeri —la llamé, pero ella ya no estaba allí, estaba muy lejos—. ¡Yeri! Madre mía... tienes que dejar de leer novelas eróticas, en serio.

—¿Qué le pasa? —Era la voz de Taehyung. Me giré a mirarlo. A él sí que le quedaba bien aquel uniforme. Mejor que bien. Tenía que echar mano al recuerdo de nuestro desastroso beso a menudo para darme cuenta de que era una mala idea repetirlo—. ¿Por qué pone esas caras de idiota?

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora