Día cuatro viviendo en una simulación en la que Jungkook y yo íbamos juntos a todas partes y nos dábamos besos para despedirnos. Lo que significaba que ya estábamos a viernes, y el único motivo por el que no había caído en una profunda depresión al saber que no volvería a verle hasta el lunes siguiente era porque sí que le iba a ver. Esa tarde y solo para estudiar, pero le iba a ver. Y oye, tal vez podría aprovechar y convencerle para vernos el sábado también. Aunque quizá fuera demasiado... no sé, tampoco quería agobiarle.
Para ser sincera estaba alucinando con el hecho de que las cosas entre nosotros estuvieran avanzando. Incluso diría que él parecía contento (a su manera), y no me daba la impresión de que fuera a alejarme en un futuro próximo. Pero eso solo podía permanecer así si yo le dejaba marcar el ritmo. Tenía la sensación de que si Jungkook dejaba de sentir que llevaba las riendas de la situación, se asustaría, así que no podía permitirme atosigarle demasiado.
Por otro lado y según Taehyung, en la escuela no paraban de hablar de nosotros. Culpa suya por ir pregonándolo a causa de su dichosa apuesta. Aunque supongo que eso de escribir "Kokoa is real" en la puerta de los retretes del baño de chicos también tuvo algo que ver.
Al parecer, en esa apuesta había participado gente que yo ni siquiera sabía que existía. Imagino que todo el mundo empezó a participar solo por curiosidad y diversión, aunque me jodía un poco saber que la gran mayoría había apostado en contra de Jungkook. Según como se mirara podía llegar a entenderlo, pero me enfadaba igual. El caso y lo que verdaderamente quería decir es que Taehyung había conseguido bastante dinero gracias a aquella ocurrencia. De hecho, le tenía justo delante de mí contando billetes de diez mil wones cual mafioso después de una transacción súper ilegal. Y aunque estaba intentando no hacerle caso, su recuento en voz alta se me estaba incrustando en el cerebro de una forma casi puntiaguda. Sobre todo porque ya era como la quinta vez que los contaba.
—Veinticinco, veintiséis, veintisiete... —seguía murmurando mientras yo, ilusa de mí, intentaba entender algo de lo que ponía en los apuntes de matemáticas que me había dejado Jungkook. Misión imposible por partida doble, vaya—. Treinta, treinta y uno, treinta y dos...
—Treinta y dos hostias te voy a dar si no te callas de una puta vez —solté, dando un golpe en la mesa.
—Eh, que solo estoy contando mi fortuna. ¿A qué viene ese carácter, fiera? A ver si va a ser verdad que todo lo malo se pega...
—Lo dudo —respondió Yeri en mi lugar, pero sin apartar la vista de su libro.
—Venga, ahora la otra. —Tae rodó los ojos antes de convertir a Yeri en el objetivo de estos—. ¿Qué es lo que dudas tú? A ver.
—Pues eso de que lo malo se pega. Yo no comparto fluidos salivales con Jungkook y también me apetece meterte este libro por el culo para que te calles de una maldita vez.
—¿Y qué pasa si me gusta?
Yeri se vio en la obligación de alzar la vista de las páginas para lanzar una mirada de confusión-asco-estupor-incredulidad a nuestro querido amigo Kim Taehyung, profesional homologado en incomodarla con sus insinuaciones sexuales inesperadas.
—¿Perdón?
—Pues eso. Si me gusta tendrás que hacerte responsable de las consecuencias, renacuaja.
—Eres... eres un cerdo —espetó ella, indignada y colorada como un tomate.
—Oink.
A diferencia de Tae, me aguanté la risa mientras la pobre Yeri intentaba disimular el rojo incandescente de sus mejillas y fingía normalidad al retomar su lectura. Hacía tiempo que él no le soltaba una de las suyas y ella esta vez no la había visto venir. Era adorable. Aunque también empezaba a ser un poco frustrante. ¿Se ponía así porque su mente era demasiado inocente para asimilar ese tipo de bromas o es que las insinuaciones de Taehyung, aunque fueran de coña, le ponían nerviosa? Había un tiempo en el que no me paraba a pensar en esas cosas, pero de repente me encontraba más interesada en lo que había entre esos dos que nunca.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...