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—Tae, tengo hambre.

—Pues te voy a dar un valioso consejo: come. A mí funciona bastante bien.

Volví a formar un puchero triste ante la falta de empatía de mi amigo, pero mis caras de pena no funcionaban con él en absoluto. En realidad esperaba que en algún momento se apiadara de mí y se ofreciera a comprarme el desayuno, pero, sin embargo, no lo hizo. No era que se me hubiese olvidado el dinero, simplemente que me daba pereza mover mi culo hasta la cafetería del instituto para comprarme algo. Y teniendo en cuenta que aquel lugar era enorme, nadie podía culparme por aquello. Se tardaban diez minutos completos en llegar desde nuestro banco habitual en el jardín delantero hasta la dichosa cafetería. ¿A quién se le ocurrió tal disparate?

—Yeri...

—Shhh... estoy en la mejor parte. La protagonista se va a confesar por fin.

Refunfuñé mientras enterraba mi mentón en la palma de mi mano. Mis amigos no estaban por la labor de hacerme favores aquel día, y tuve que hacerme a la idea de que tendría que ir yo misma si no quería dar una aburridísima clase de historia con el estómago vacío. De hecho, estaba a punto de levantarme cuando el cielo decidió enviarme a su mensajero. Era un milagro, un milagro en forma de chico energético y siempre sonriente, y estaba ahí, encaminándose hacia mí con aquellos folletos en la mano que no podían importarme menos. Yo solo podía verle como lo que era; mi última esperanza para desayunar algo sin tener que dar una larga caminata.

—¡Hobi! —canturreé alegre mientras se acercaba hacia nosotros.

—Hola, Roa —me saludó él con mucho ánimo, y después hizo lo mismo con Yeri y Taehyung—. Vengo a repartiros propaganda del club de tenis, necesitamos gente para el festival anual de deportes.

—¿Cuándo es? —se interesó Taehyung mientras recogía el folleto con curiosidad—. Estaba pensando en apuntarme al club de béisbol, pero quizá me plantee lo del tenis.

—Dentro de dos semanas. Y sí, piénsatelo, porque nos encantaría tenerte en el club.

—¡¿Dentro de dos semanas?! —preguntó Yeri, y no parecía muy feliz por la reciente noticia—. ¿Pero eso no lo hicimos el año pasado? ¿Tenemos que pasar por ese infierno otra vez?

—Sí, tonta —le respondió Taehyung—. Por algo es el festival anual de deportes, porque se celebra anualmente.

—Pues este año lo vas a celebrar tú, porque yo no.

—¿Ah, no? ¿Y qué vas a hacer para librarte? ¿Vas a romperte una pierna a propósito?

—No, listo —negó mi amiga, sacándole la lengua antes de girarse hacia mí. Parecían dos críos de seis años, como siempre—. Roa, ¿puedes dejarme prestados tus justificantes médicos?

—¿Los que dicen que estoy defectuosa?

—Justamente esos.

—No va a colar, Yeri —insistió Tae—. Todos te hemos visto correr en educación física, incluido el profesor Choi. Eres la alumna más rápida de todo el maldito instituto, ¿crees que los profesores se van a olvidar de eso de un año para otro?

—Aish, es verdad. Maldita maldición...

—¿Maldición? —preguntó Hobi, que decidió inmiscuirse en la estúpida discusión de mis amigos—. Yo lo catalogaría más bien como un don, Yeri. Verte correr es una auténtica pasada. Eres famosa en el instituto por eso.

—Sí, por eso y por ser "lesbiana" —agregó ella con sarcasmo—. Y para ti será un don, Hoseok, pero para mí es un castigo. Odio los deportes con todas mis fuerzas, ya lo sabéis.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora