Hacía frío y tenía sueño, pero no tenía muy claro si tenía más frío que sueño o más sueño que frío, era complicado llegar a una conclusión. Yoa, sin embargo, lo tenía clarísimo: el sueño ganaba por goleada, por eso iba durmiendo a pierna suelta en los asientos traseros de la limusina. E incluso se había tumbado, como si estuviera en un sofá cama o algo así. En cambio yo iba con la cabeza pegada al cristal de la ventanilla, como siempre, mirando hacia el paisaje de calles vacías y solitarias que dejábamos atrás, algo normal teniendo en cuenta que aún era demasiado temprano para que hubiera alguien en la calle.
Me había levantado a las cinco para desayunar (yo desayunando antes de salir, increíble pero cierto), ducharme, y guardar los últimos detalles en la maleta; como el cargador del móvil, el portátil con todas las temporadas de Friends, la Nintendo Switch... cosas de suma importancia sin las que no podía vivir y que seguramente no podría utilizar en esos tres días porque nos mandarían a hacer un montón de actividades estúpidas y absurdas como la última vez. Pero bueno, estaba más tranquila sabiendo que todas mis formas de entretenimiento me acompañarían, solo por si acaso.
¿Que si tenía ganas de ir a la famosa convivencia? Pues depende de cómo se mirara, la verdad. No terminaba de encontrarle el punto a pasar tres días en las montañas con una rayita de cobertura, pero me hacía ilusión porque Yeri y Taehyung estarían conmigo, y porque ahora también estaba Jimin, que había prometido usar su magnífica influencia como el hijo de la directora para que pudiéramos pasar más tiempo juntos. No sabía cómo iba a hacerlo, pero, conociéndolo, seguro que algo tenía en mente.
Además, también estaría Yoa, y ahora que nuestra relación se había vuelto un poco más estrecha y que la convivencia se basaba precisamente en pasar tiempo con estudiantes de otros cursos y conocernos mejor los unos a los otros, supongo que podría buscar alguna manera de acercarme aún más a ella.
Salí de mi burbuja de somnolencia en cuanto el señor Min detuvo la limusina donde siempre; a unos escasos metros de la entrada principal de la escuela. Me daba pena despertar a Yoa y avisarle de que ya habíamos llegado, porque si despierta ya era guapa, dormida era lo más parecido a un angelito que había visto nunca (un angelito al que había que temerle cuando se cabreaba, pero un angelito al fin y al cabo), pero tuve que hacerlo. Ya dormiría un poco más en el autobús, como pensaba hacer yo.
—Páselo bien, señorita Roa, y no haga muchas tonterías —me dijo el padre de mi amigo Yoongi tras ayudarnos con las maletas. A Yoa no le dijo nada porque la pobre tenía los ojos pegados aún. Estaba de pie, apoyada contra la carrocería de la limusina y consiguiendo mantenerse despierta a duras penas.
—Pídame algo más realista, señor Min —dije con una sonrisa traviesa en los labios—. Y porfi, no me hable tan formal cuando no está mi madre cerca. Me siento extraña.
—La costumbre, supongo.
Después de que el señor Min me diera un par de palmaditas cariñosas en la cabeza y de que yo le deseara un viaje de vuelta a casa seguro, tuve que arrastrar tanto a mi hermana con su maleta como a mi propia maleta hacia la hilera de autobuses que esperaban en el aparcamiento. No recordaba que hubiera tantos, pero si contaba con la desorbitada cantidad de estudiantes que iban a desplazarse, al final era de lo más coherente. Y, en ese momento, esa cantidad desorbitada de estudiantes estaba colapsando el aparcamiento, haciendo cola frente a varios profesores para que estos confirmaran su asistencia antes de montar en los vehículos.
Me sacudí en un escalofrío mientras caminaba hacia allí con Yoa. En serio, hacía un frío de cojones, y eso que me había puesto uno de mis jerseys más calentitos. Era muy probable que la ducha matutina me hubiera cortado el cuerpo. Por eso odiaba ducharme tan temprano, era lo peor.
ESTÁS LEYENDO
Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...