Siendo sincera, no me estaba enterando de nada. Llevaba sin prestar atención un buen rato, y aunque podría haber culpado a mi subconsciente por darle demasiadas vueltas a los recientes acontecimientos de mi vida, tenía que aceptar que en realidad aquello no era un caso aislado y que yo nunca atendía demasiado en clase. Sobre todo si era de matemáticas.
No era ningún secreto lo mucho que odiaba las matemáticas. Con sus más y sus menos. Sus divisiones y sus raíces cuadradas. Sus multiplicaciones y sus fórmulas extrañas que nunca llegaría a comprender... Pero me generaba cierto alivio comprobar que yo no era la única que sentía rechazo por esa emocionante materia. La mayoría de mis compañeros no estaba escuchando nada de lo que explicaba el profesor. Algunos revisaban sus redes sociales, otros charlaban entre susurros y otros simplemente dormían o miraban al techo. Luego estaba ese grupo reducido de personas como Yeri, que escuchaban atentamente la clase y miraban a la pizarra con interés. Y luego, en una categoría aparte, estaba Taehyung, cuyo bolígrafo no se había separado de la hoja que tenía delante en un buen rato.
He de reconocer que tanta concentración empezaba a darme curiosidad.
—Pss, pss —le llamé disimuladamente. Sus ojos se separaron del papel un segundo para atenderme a mí—. ¿Qué estás dibujando?
Su respuesta no fue verbal. Alzó una mano en el aire y me pidió que esperara mientras movía su bolígrafo a toda velocidad, como si estuviera rematando su nueva obra de arte. Cuando terminó, le echó un último vistazo y asintió para sí, satisfecho. Entonces y solo entonces, se dignó a enseñármelo:
La hoja estaba prácticamente en blanco, pero en el centro destacaban dos horribles monigotes cuyas cabezas estaban muy pegadas y, a juzgar por la posición de sus ojos, de perfil. Tampoco había que estudiar un máster en dibujo para entender que se estaban besando y a quiénes representaban, pero, por si no me había quedado claro, sobre ellos podía leerse en letras mayúsculas "GRUÑÓN Y ROA".
—Es una representación gráfica de lo que pasó ayer en el cuartito de la limpieza —explicó con esa bonita, brillante y malévola sonrisa cuadrada—. ¿Te gusta?
Le mostré amablemente el dedo medio como "representación gráfica" de lo mucho que me había gustado y desvié la mirada hacia la pizarra, arrepintiéndome de haberle preguntado.
No, no le había contado ni a él ni a Yeri nada de lo que había sucedido en ese cuartucho. Fueron ellos (sobre todo Tae) quienes asumieron lo que había pasado entre Jungkook y yo sin ni siquiera preguntarme. Y aunque no se equivocaban, no sería yo quien lo confirmara. Al menos hasta que dejara de sentir que, si lo contaba, todo se iría a la mierda. Como cuando soplas las velas en tu cumpleaños y pides un deseo; si lo dices en voz alta ya no se cumple.
Supongo que no tiene sentido, pero no podía evitarlo. Tenía la sensación de que era demasiado bueno para ser verdad. Jungkook besándome. Él a mí. Y luego asegurándome que no iba a actuar como si no hubiera pasado nada entre nosotros. Sonaba demasiado utópico, por eso me sentía así, como si mi felicidad fuera tan frágil como una burbuja de jabón y pudiera romperse en cualquier momento. Y tenía miedo de que se rompiera. Me daba pánico que Jungkook se arrepintiera y volviera a ignorarme o a mentirme. Necesitaba sentir la seguridad de que se iba a quedar conmigo. Necesitaba creérmelo.
Dejándome llevar por un impulso, saqué mi móvil y abrí Kakao, buscando su nombre. La ausencia de nuestra foto aún hacía mella en mí. Cada vez que veía aquel fondo negro y aburrido en lugar de mi enorme sonrisa y mis mejillas coloradas era como recibir un puñetazo en todo el pecho, pero no me rendía.
Tras un buen rato pensando en la mejor manera de iniciar una conversación, escribí un sencillo "hola" y lo envié. No sé cuántos minutos pasaron hasta que mi mensaje apareció como leído, quizá dos. Y cuando Jungkook respondió, mi corazón dio un pequeño saltito de alegría. Incluso aunque su respuesta no fuera precisamente la más amena del mundo.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...