Para cuando salimos del Underground eran las doce y media, por lo que ya había pasado el último metro. Mis amigos iban a llamar a un taxi, pero cuando Jungkook me dijo que había traído su coche (sí, ese que él parecía odiar pero que yo adoraba por su similitud con el Batmóvil) no dejé pasar la oportunidad y le pregunté si podíamos llevarlos a casa. Su respuesta fue un profundo suspiro de disconformidad que, por falta de manifestación verbal, interpreté como un sí a mi antojo, así que mi querido novio acabó haciendo de chófer por las calles de Seúl en un acto completamente altruista y desinteresado.Lo habíamos pasado muy bien; habíamos bailado, habíamos hablado y habíamos reído, pero ya era hora de volver a casa. O, en mi caso, a casa de Jungkook. Y menos mal, porque si en lugar de dormir en su casa hubiera tenido que volver a la mía, habría acabado la noche pegándome cabezazos contra la almohada.
—Bueno, yo me bajo aquí —anunció Taehyung, desabrochándose el cinturón de seguridad. Al ser el que más lejos vivía, nos tocó aguantarlo un poco más de lo que a Jungkook le habría gustado. Namjoon y Yeri se habían bajado en los primeros quince minutos de trayecto, y Yoongi se había quedado en el local con Sukja—. Aunque no sé si debería. No me fío de ti, gruñón. ¿Seguro que vas a llevar a mi amiga a su casa, o tienes planeado secuestrarla?
—Va a secuestrarme.
—Ah, pues hacedlo con precaución y que lo disfrutéis. Buenas noches —dijo, abriendo la puerta para salir. Una vez fuera, añadió—: Muy chulo el coche, por cierto. Trabajaré de sol a sol los próximos cincuenta años de mi vida para poder comprarme uno igual.
Y cerró, dejándonos con ese silencio que tanto habíamos añorado desde el primer momento en el que ocupó uno de los asientos de atrás. De hecho, Jungkook ni siquiera esperó a que cruzara la puerta principal de su edificio y pisó el acelerador, como si quisiera huir de él lo antes posible.
—¿Por qué eres su amiga? —me preguntó, mirando por el retrovisor antes de cambiar de carril y girar a la derecha. Yo me encogí de hombros.
—Me hace reír.
Jungkook no comentó nada al respecto, continuó conduciendo en absoluto silencio mientras yo jugueteaba con su móvil y cambiaba de canción cada veinte segundos, porque en eso su coche también era muy guay; se conectaba a los dispositivos móviles por bluetooth y te permitía escuchar música, ver vídeos e incluso hacer videollamadas a través de la pantallita frontal del vehículo. Lo cual no me parecía muy adecuado para una conducción segura, pero qué iba a saber yo si ni siquiera tenía carnet de conducir.
El caso y lo verdaderamente importante es que tenía en mi poder algo muy personal de Jungkook y él ni siquiera parecía nervioso o incómodo al verme trastear su teléfono de arriba abajo. Tampoco es que estuviera invadiendo su privacidad y leyendo sus mensajes. Ni siquiera me colé en su galería de imágenes (aunque ganas no me faltaban). Pero aún así, saber que alguien tan receloso como él confiaba en mí de esa manera, me creaba una sensación de paz y felicidad sobrecogedora.
—Así que... no podías dejar de hablar de mí —sacó a relucir nada disimuladamente mi novio. Yo sabía que eso iba a pasar, así que rodé los ojos.
—Sí, ¿y qué?
Pasé la canción que estaba sonando en ese momento y, de pronto, una suave melodía de piano envolvió nuestro pequeño ecosistema. El cambio de registro me pareció tan curioso que decidí dejarla. Golden Hour, se llamaba, de un tal... ¿Jvke? ¿Jake? No lo sé, no tenía ni idea de cómo tenía que pronunciar esa -a invertida. El caso es que jamás habría imaginado a Jungkook escuchando algo así.
—Nada —respondió mientras miraba de reojo el título de la canción en la pantalla—, solo me parece divertido.
—¿Sabes? Creo que, aunque vas de insensible y de tipo duro, en realidad te encanta saber este tipo de cosas. —Fingió no oírme con el pretexto de enfocarse en la carretera, así que yo le pinché una mejilla con mi dedo índice—. ¡Venga, admítelo! Te gusta comprobar que estoy coladita por ti, ¿no? Eres un egocéntrico.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...