En el instituto todo había vuelto a la normalidad. A mi normalidad. Esa en la que las discusiones estúpidas entre mis dos mejores amigos seguían eclipsando los silencios en el recreo, pero yo ya no las oía sola. Jungkook también las oía, y también se esforzaba por ignorarlas. Esa era mi normalidad. Había tardado un poco en recuperarla, pero al final lo conseguí. Estaba tan contenta que era incapaz de ocultarlo. Todo estaba por fin en su lugar, justo donde tenía que estar. Y, por primera vez, no tenía miedo de que aquello se estropeara, porque ya no había nada que pudiera estropearlo. Ningún primo vengativo de por medio, cero planes de abandonar el país a la vista... Estaba tan confiada en que aquella felicidad era irrompible, que me lo creí.
—Koko, cuéntales a Yeri y a Taehyung lo que has aprendido esta semana —le animé a compartir sus avances en terapia como quien no quiere la cosa, con normalidad. Mis amigos dejaron de discutir al escuchar que los nombraba y volcaron toda su atención en Jungkook, quien se limitó a mirarme como si acabara de joderle la vida—. Venga, va. Que es súper interesante.
La verdad es que sabía perfectamente lo que estaba provocando en él con aquella ocurrencia: ira profunda hacia mí. Jungkook se sentía expuesto y traicionado por mi culpa. Yo, que era la única persona con la que hablaba de sus sesiones, acababa de asestarle un golpe crítico a su coraza delante de dos individuos que él aún se esforzaba por considerar extraños. Y por un segundo me sentí mal, pero es que su psicóloga se lo había recomendado. Relacionarse más, hablar de sí mismo con alguien que no fuese yo y, sobre todo, normalizar el hecho de ir a terapia.
Es más, hasta yo había tenido una sesión con su psicóloga. Dado que Jungkook solo parecía responder a sus preguntas cuando se trataba de mí, la mujer sintió curiosidad y le preguntó si yo estaría dispuesta a hablar con ella unos minutos. Según me explicó después, conocerme podía ayudarle a entender mejor a Jungkook. Aunque en realidad fue una breve videollamada en la que me hizo muchas preguntas cortas y aparentemente triviales sobre el tipo de relación que mantenía con él.
Al final me dijo que tenía que comprender que para Jungkook yo era como su ancla, que no me correspondía a mí arreglar sus problemas o trabajar sus inseguridades, pero que era una pieza fundamental en su vida para que él sí quisiera hacerlo. Y que si alguna vez me sentía sobrepasada por cargar con esa parte de responsabilidad, ella estaría encantada de charlar conmigo, pero no creía que se diera el caso, la verdad.
—Creo que lo de fulminar con la mirada ya sabía hacerlo antes —se burló Taehyung, percatándose de la manera en la que Jungkook seguía intentando pulverizarme con sus ojos.
—Sí, y con los puños también, ¿quieres una demostración gratuita? —le ofreció él amablemente, muy tenso.
—Ha aprendido una nueva técnica de relajación, ¿verdad, Koko? —les interrumpí. Ahora, la que fulminaba a ambos chicos con la mirada era yo—. Y me parece que deberías ponerla en práctica ahora mismo.
A regañadientes, Jungkook me hizo caso y continuó jugando a su juego favorito; el... ¿Brownie Stars? Sí, creo que era así. Hacía mucho tiempo que no le veía jugar, pero supongo que el hecho de que volviera a hacerlo era una buena señal. Aunque esa no era la técnica de relajación de la que estaba hablando ni mucho menos. Resulta que lo que le había recomendado su terapeuta era tan sencillo como intentar dejar la mente en blanco y respirar profundamente desde el diafragma durante diez segundos. Y si después de esos diez segundos seguía estando furioso, tenía que recurrir a su imaginación e intentar visualizar algo que le relajara. Sin embargo, aquello no serviría de nada si antes de usar esas técnicas no se había encargado de descargar su ira acumulada diariamente, así que también le había recomendado apuntarse a algún deporte de contacto como el taekwondo, el judo, el karate...
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...