—Dame eso —le dije a Taehyung en cuanto entré por la puerta, arrebatándole la botella de Whisky y llevándomela a la boca sin pensármelo dos veces.—¿Tú no habías dicho que no ibas a beber?
Sí, eso es lo que había dicho. Eso es lo que había dicho antes de saber que tendría que estar un buen rato con Jimin y Jungkook. En la misma cabaña. Juntos. Lo que unas veinticuatro horas antes no me habría supuesto mayor problema más allá de los constantes piques entre ellos y el hecho de que intentaran agredirse el uno al otro, pero lo que ahora me tenía ciertamente inquieta. Intranquila. Nerviosa. A punto de arrancarme todos y cada uno de los pelos de la cabeza y con ganas de sufrir un desmayo de última hora y despertarme a la mañana siguiente.
¿Y por qué? Porque sí, porque era como si, en mi interior, hubiera dos fuerzas tirando de mí en direcciones distintas, intentando partirme en dos. Y vale, puede que una de las dos tirara con más intensidad que la otra, pero eso no hacía que fuera más fácil, porque aún así seguía sintiéndome dividida, y lo estaba odiando. Así que continué bebiendo e ignorando el ardor en la garganta y la sensación amarga, muy amarga y horrible que se estaba apoderando de mi boca mientras ingería esa bebida creada para destruir papilas gustativas y neuronas.
Decir que estaba asqueroso era una descripción muy pero que muy pobre, la verdad.
—He cambiado de opinión. Las personas cambian de opinión constantemente, Taehyung —expliqué, devolviéndole la botella y haciendo mi mayor esfuerzo por no arrugar toda la cara a causa del espantoso regusto que me había dejado el Whisky.
—¿Cambiar de opinión? ¿Así es como llaman hoy en día al alcoholismo? —se burló mi amigo mientras observaba la cantidad considerable de líquido que faltaba ahora en la botella. Síp, todo ese alcohol estaba ahora en mi organismo—. Espero que bajes el ritmo, guapa, porque como sigas bebiendo así nos dejas sin Whisky y acabas con la mejilla pegada a la taza del váter en menos de una hora.
A ver, yo tenía una idea totalmente distinta. Me inclinaba más por pasarme las próximas horas tan borracha que fuera mentalmente incapaz de saber lo que estaba pasando a mi alrededor, pero Tae tenía razón: nada me garantizaba que el alcohol fuera a funcionar de la forma en la que yo lo había planeado. Si me ponía a beber sin control, lo más probable es que acabara vomitando hasta mi alma. Y, a juzgar por cómo me miraba Jungkook, él estaba pensando absolutamente lo mismo. Mucho estaba tardando en echarme la bronca, de hecho. Así que ahí estaba yo, esperando a que un hombre me regañara. Como si fuera mi nuevo fetiche o algo así.
No me reconocía.
—Bueno, pues ya estamos todos. ¿A qué vamos a jugar? —preguntó Jimin mientras me pasaba un brazo por el hombro. Me puse rígida, como si estuviera haciendo algo malo. Pero no estaba haciendo nada malo, ¿verdad? No tenía sentido, así que me forcé a actuar con naturalidad—. Porque vamos a jugar a algo, ¿no? ¿O vamos a beber sin más?
—Claro que vamos a jugar a algo, subnormal —respondió Taehyung, rebosante de simpatía—. Venga, necesito que todos os sentéis en el suelo. Y que alguien ayude a la manca, no vaya a ser que se caiga en el intento.
Y ese alguien fui yo.
No es que Minhye necesitara demasiada ayuda para sentarse, eso había sido una exageración por parte de Tae. Más bien era yo la que necesitaba alejarme de Jimin. Al menos unos minutos; el tiempo necesario para autoconvencerme de que no estaba cometiendo ningún crimen al actuar como siempre con él. Al dejar que me tocara como si fuera algo suyo delante de Jungkook. Siempre había sido así, ¿no? Y a Jungkook nunca había parecido molestarle. O sí, no lo sé. Antes creía que lo que le molestaba era la existencia de Jimin sin más, no el hecho de que me tocara o me besara, pero ahora tenía mis dudas. Y con razón.
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Cold as Fire » jjk, pjm
FanfictionEl comportamiento de Roa nunca estuvo ligado a su estricta cultura ni a lo que se esperaba de una "señorita de su estatus social", y las muchas críticas que recibió por ello le resbalaron como el más escurridizo aceite. Para ella, la vida era un jue...