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Me quedé petrificada al principio, como si la escena que tenía delante formara parte de alguna película o serie y no de la vida real, o como si mi alma se hubiera salido de mi cuerpo y estuviera viéndolo todo desde fuera de mí misma, en plan viaje astral. Como si yo no fuera realmente parte de la multitud que rodeaba el lugar en el que mi hermana castigaba a esa chica asestando un golpe tras otro contra sus costillas mientras ella recibía unos efusivos tirones de pelo.

El vocerío a mi alrededor se atenuó hasta que se escuchó amortiguado en mis tímpanos mientras yo trataba de asimilar lo que veía. Mi hermana estaba en una pelea. Mi hermana Yoa, que tenía un recital de ballet en pocas semanas, estaba en una pelea. Mi hermana, esa que tenía unas notas impecables, se había metido en una pelea. La misma hermana que formaba parte del consejo estudiantil. Del consejo estudiantil. Tenía que ser una broma. Pero no lo era, y en un instante, el asombro que había entumecido mi capacidad de reacción se esfumó y un fuerte instinto de protección asoló mi mente, acompañado de una gran preocupación.

—¡Yoa! —chillé, y sin pensarlo mucho me adelanté entre la gente hasta donde me fue posible. Hasta donde la mano de alguien me lo impidió.

—¿Qué cojones crees que estás haciendo?

—Es mi hermana, Jungkook —dije, intentando soltarme de él—. ¡No puedo quedarme mirando, tengo que hacer algo!

Creo que algo le sorprendió. Posiblemente fuese el hecho de que le había llamado por su nombre por primera vez, pero no lo había pensado mucho. Estaba demasiado nerviosa en ese momento como para reparar de qué forma tenía que dirigirme a él. Tenía que separar a mi hermana de esa loca antes de que el profesor Choi llegara con su don de la inoportunidad y acabara metiéndose en un buen lío. No podía imaginarme cuál sería la reacción de mi madre al enterarse de que Yoa se había metido en una pelea, y tampoco quería descubrirlo. Y, desde luego, lo que tampoco quería era que nadie le hiciera daño a mi hermana pequeña.

Jungkook miró por encima de mí un momento, hacia la pelea. Su mente llegó a algún tipo de conclusión en cuestión de segundos, y cuando sus ojos viajaron de nuevo hacia mí, un fuerte suspiro de resignación se escapó de sus fosas nasales.

—Quédate aquí —demandó. Y me di cuenta de que confiaba demasiado en él, porque cuando me soltó y se giró hacia Taehyung, yo no moví ni un solo músculo —. Kim.

—¿Y-yo? —Tae se señaló a sí mismo, confundido. Al ver que la expresión de Jungkook se endureció, carraspeó y cuadró los hombros—. Sí, vale, voy.

Abriéndose paso entre la marabunta de gente, Jungkook y Tae se colaron en el círculo y actuaron. El primero rodeó a Yoa por la cintura a la vez que Taehyung agarraba a la rubia de la misma forma, separándolas. Pero resulta que la muy cabrona no quería soltar el pelo de mi hermana ni a la de tres, así que Jungkook tuvo que apartarla sujetando sus muñecas. Algo haría para que las manos se le abrieran de golpe como lo hicieron. No fue un agarre precisamente suave, eso seguro.

Ambas siguieron forcejeando y extendiendo las manos en un amago de volver a agredirse, pero ya era inútil. Ni Tae ni Jungkook iban a soltarlas, y dudaba mucho que ninguna de ellas tuviera la fuerza necesaria para escapar del agarre de esos dos. De hecho, Yoa era la que más difícil lo tenía, porque el pelinegro ni siquiera parecía inmutarse con sus patadas al aire y sus codazos gratuitos.

A Taehyung se le veía sufrir un poco más. Sobre todo porque la rubia era casi tan alta como él y su pelo daba latigazos contra el rostro de mi amigo cada vez que intentaba soltarse. En otras circunstancias me habría reído de las caras que ponía, pero teniendo en cuenta que mi hermana pequeña estaba involucrada en toda aquella situación, lo último que me apetecía era reírme.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora