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Estaba hablando con Yeri sobre lo mucho que me había afectado psicológicamente la muerte de mi personaje favorito en The Walking Dead cuando Tae apareció por la puerta. Entró caminando como si fuera el dueño de veinte mansiones y cuarenta coches de lujo, e incluso le guíñó el ojo a uno de nuestros repelentes compañeros de clase cuando este le miró. El muy idiota sonreía como si fuera capaz de controlar el tiempo y mascaba chicle a las putas ocho de la mañana. Con la boca abierta, claro, porque si lo hacía con la boca cerrada pues ya no tenía el mismo impacto.

—Papá ha vuelto —anunció con los brazos abiertos, y yo rodé tanto los ojos que creí perder las pupilas en el proceso.

Cuando llegó a su pupitre y dejó su mochila sobre él, se dio la vuelta y procedió a inclinarse hasta que sus labios tocaron mi coronilla, dándome un beso en lo alto de la cabeza a modo de saludo. Era como un hermano mayor muy plasta, solo que de mayor no tenía nada.

Después de eso se acercó a Yeri, pero a ella, en lugar de obsequiarle con uno de sus maravillosos besitos, le revolvió el pelo tal y como yo solía hacérselo a Maya, la perrita de mi abuela.

—¿Bajo qué criterios escoges el saludo para cada una? —se quejó mi pobre amiga, peinándose.

—Va por altura. Si pasas del metro sesenta: un beso. Si eres una renacuaja: una permanente gratis.

—Ja, ja, qué gracioso.

—Di la verdad. —Sonrió ladinamente, metiéndose las manos en los bolsillos—. Estás celosa porque no te he dado un beso como a Roa.

—Totalmente. A punto de llorar estoy, fíjate.

—No te preocupes, que eso lo soluciono yo ahora mismo.

Taehyung volvió a acercarse a Yeri, sacando morritos. Fue demasiado rápido para que la más bajita pudiera verlo venir, pero en lugar de darle un inocente beso en la cabeza, Tae dejó salir su lengua y acabó lamiéndole parte de la frente de la forma más repugnante posible. Hasta yo arrugué la cara de la grima que me dio.

—¡Joder, Taehyung, qué puto asco! —gritó Yeri mientras él se reía a su costa, y se pasó las manos por la frente con insistencia—. Vete a la mierda, en serio. ¿No podías quedarte un día más en tu puta casa?

—Venga ya, no finjáis que no me habéis echado de menos, sé que no podéis vivir sin mí —alardeó, y procedió a sentarse en su silla. Estuve a punto de ofrecerle otra más para su ego.

—Oye, pues hemos estado tres días sin ti y yo nos veo muy vivas, eh —rebatí.

—No puedes llamar "vivir" a lo que sea que hayais estado haciendo estos tres días sin mí, admítelo.

—¿Y cómo quieres que lo llame? ¿Hacer limonada?

—No, simplemente "respirar" —replicó, tan convencido que realmente parecía creérselo—. Sin mí, la vida no es vida, es solo "ida".

—Estoy a punto de pegarte para que me expulsen y no tener que aguantarte, Taehyung.

—Haz como yo, Roa, ignórale. No le des la atención que busca —me aconsejó Yeri, sacando un libro titulado Matemáticas Aplicadas a las Ciencias Sociales II de su mochila. Mierda, ¿tocaba matemáticas?—. Ah, y hablando de algo que sí que tiene importancia: he oído que no vamos a poder elegir compañero de habitación en la convivencia. Me quiero morir.

—¡¿Qué?! ¿No vamos a poder dormir juntas? ¡Pero si el año pasado pudimos escoger nuestra compañera de habitación!

—Pues este no.

—Espera, espera... —se sumó Taehyung a la conversación, dejando de balancearse sobre las dos patas traseras de su silla de golpe—, ¿me estás diciendo que hay posibilidades de que me toque compartir habitación con Jeon?

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora