40 ºC

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El sol no solo brillaba a través de mi ventana, sino que amenazaba directamente con quemarme viva. Me lo imaginaba ahí, apretando con fuerza para irradiar más calor todavía y, al fin, conseguir achicharrar a ese planeta lleno de seres egoístas que se aprovechaban de su energía todo el tiempo. Pero conmigo no iba a poder, porque era rica y tenía aire centralizado en casa. Me levanté de la cama, me acerqué hasta el pequeño panel de control y lo gradué en unos maravillosos dieciocho grados.

«Chúpate esa, sol de los cojones. Soy invencible para ti».

Y luego volví a tumbarme para seguir comiendo galletas con trocitos de chocolate mientras fingía ser una ameba. Estábamos a un mes de acabar el curso. A uno. El verano estaba a la vuelta de la esquina y yo solo quería desaparecer. No tenía ningún tipo de expectación por las vacaciones, pero Taehyung y Yeri ya habían hecho un millón de planes distintos. Que si playa, que si piscina, que si noches de cine al aire libre... Sonaba bien, ¿verdad? Pues a mí, en ese momento, ninguna de esas cosas me apetecía una mierda.

No, al contrario de lo que pudiera parecer, no odiaba el verano. De hecho, me gustaba bastante. El problema, lo que me tenía tan apática, no era el calor bochornoso de Seúl o que, contradictoriamente, esa fuera la época más lluviosa en Corea. Y tampoco tenía nada que ver con los planes tan divertidos y refrescantes que se les ocurrían a mis amigos todos los días y que iban apuntando en la nueva agenda de Yeri. El problema era otro muy distinto. Uno que no sabía cómo resolver.

Mi móvil comenzó a vibrar en la mesilla y yo, como siempre, corrí a comprobar el nombre que se reflejaba en la pantalla como si mi vida dependiera de ello. No me había dado cuenta de que había estado conteniendo la respiración hasta que todo ese aire se me escapó por la boca en un suspiro de decepción.

Era Yoongi.

—¿Qué? —respondí desganada.

—¿Estás viva? No sé nada de ti desde hace eones.

—Estoy viva —confirmé con tono neutral—. ¿Qué quieres?

—Lo sabía, estás enfadada conmigo —suspiró, lo cual me confundió bastante. ¿Yo? ¿Enfadada con Yoongi? ¿Por qué iba a estar...?—. Es por lo que le dije a tu novio la otra vez, ¿verdad? Tiene que ser eso. Mira que eres rencorosa, fue una bromita de nada y...

De pronto, dejé de escucharle y sentí que me hundía entre las sábanas hasta el punto de verme engullida por ellas. Ni siquiera había vuelto a pensar en aquello. Y la verdad es que, al recordarlo, me pareció algo tan trivial que ya ni me importaba. Es más, deseé poder volver a ese momento con todas mis fuerzas y evitar lo que pasaría unos cuantos días después.

—No, Yoongi. No estoy enfadada contigo —le interrumpí—. Solo estoy... cansada de estudiar. Ahora estoy con los finales y solo tengo ganas de tirarme por la ventana.

—¿En serio? Pues tengo la solución perfecta para ti. —Rodé los ojos. A saber qué se le había ocurrido ya a esa mente perversa—.  El fin de semana que viene hay fiestón en el Underground y voy a presentar mi nuevo tema. ¿Qué te parece la idea?

—Mal.

—Pero vas a venir, ¿a que sí?

—No.

—Eso es que sí.

—Sigue siendo un no.

Nos llevamos discutiendo como niños pequeños alrededor de cinco minutos. Sí, no, sí, no, sí, no... Hasta que me cansé y acepté. A tomar por culo, si Yoongi quería que fuera a esa fiesta, iría y escucharía su nueva canción. Si es que se le podía llamar canción. ¿Rap? ¿Movimiento social y reivindicativo acompañado de una base con ruidos que perfectamente podría hacer yo si me dieran una baqueta, una radio estropeada, un cubo de plástico y un triángulo? Porque recuerdo que una vez me enseñó una canción preciosa que hablaba de la depresión y de lo injusta que es la sociedad al infravalorar la salud mental, pero la melodía de fondo parecía una grabación de alguien que había probado algo que no le gustaba y no paraba de hacer ruidos raros con la boca.

Cold as Fire » jjk, pjmDonde viven las historias. Descúbrelo ahora